Diario de Mallorca

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Viajes

Una vuelta al mundo con la porcelana

La historia vital de los objetos, narrada por Edmund de Waal

Edmund de Waal, retratado junto a su instalación ´breathturn´.

Aunque algunas reseñas traten a El oro blanco de "novela", a mí me parece, claramente, un libro de viajes con la consecución de la porcelana blanca como eje. El narrador es un profesional de la alfarería que da la vuelta al mundo en pos de los lugares más significativos respecto a aquella, lugares que él denomina "mis Colinas Blancas".

Inicia su periplo en Jingdezhen, lugar de la China donde primero se consiguió una porcelana "azul como el cielo, brillante como un espejo, fina como el papel y resonante como una piedra musical". De allí se traslada a Versalles y Dresde para seguir los primeros intentos europeos en alcanzar la perfección de la porcelana china. Salta el narrador de ahí al Reino Unido, donde sigue de cerca los intentos, los fracasos y los tejemanejes, en los que se llevará Josiah Wedgwood la palma, por hacerse con los mejores yacimientos de piedra y mineral que favorecieran la técnica para conseguir la pureza del material.

Antes de sentarse en su taller delante de sus notas, el narrador, que se presenta como "arqueólogo, investigador, legal", aún hace un breve excurso por la tierra blanca de los Cherokee en Carolina del Sur, por el interés de los mandos nazis por las figuras de porcelana, por la industria útil de la China de Mao y por el arte/artesanía de la Bauhaus.

Las ideas filosóficas, los cuentos de la abuela, la historia oficial, la geografía, la imaginación, la casualidad, un tirano con ambición o una persona obsesionada con alcanzar una quimera€ son datos que importan, según escribe de Waal, para entender el significado del progreso de la alfarería, la búsqueda de la blancura perfecta de la porcelana, su calidad translúcida y su sonido único. Igualmente nos recuerda el autor la importancia de quienes fracasaron en el intento, de las colinas de restos de piezas fallidas y de las numerosas notas tomadas en los alfares a lo largo de la historia, que sirvieron para que otras personas aprovecharan las experiencias previas.

Así, de Waal utiliza para su instalación breathturn, "todos los blancos, conseguidos, intentados, consolatorios, melancólicos, amenazadores, centelleantes. Todos los blancos de Jingdezhen, y de Kakiemon y de Nanjing y del Tíbet y de Venecia y de Saint-Cloud y de Dresde, y de Meissen y de Coxside en los muelles de Plymouth, y de Bristol y de Etruria y de Carolina y de San Petersburgo y de la Bauhaus. Y de Allach". Al igual que en la serie falta la Real Fábrica del Buen Retiro, podemos pensar que faltan otros lugares de referencia, y que "el sendero blanco" se extiende sin fin haciendo acopio de vida y experiencia a través de los siglos.

El libro se titula en inglés The White Road, literalmente La carretera blanca o El sendero blanco. No se explica muy bien el cambio que se le da al título en la edición española, a menos que se quiera poner de manifiesto la comparación que de Waal hace entre la alquimia y la búsqueda de la porcelana. En todo caso, El oro blanco nos hace conscientes de la ceguera con que consideramos la historia; de cómo tratamos los avances de Occidente como si fuéramos la fuente de todos los descubrimientos, ignorando las civilizaciones que nos precedieron. Una cosa es cierta, después de leer este libro ya no es posible tomar despreocupadamente un café calentín en una taza de porcelana.

EDMUND DE WAAL

El oro blanco

Traducción de Ramón Buenaventura

SEIX BARRAL, 523 PÁGINAS, 24 €

L´or blanc

Traducción de M. Rubio y E. Roig

EDICIONS 62, 456 PÁGINAS, 24 €

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