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'Xylella fastidiosa' en las islas

"La bacteria Xylella fastidiosa lleva años en les Illes". Esta fue una de las principales conclusiones de uno de expertos internacionales más reconocidos en el tema, el doctor Alexander Purcell profesor emérito de la Universidad de Berkeley con más de cuarenta años trabajando con este patógeno. El doctor Purcell lo repitió en varias ocasiones tanto en la visita a las zonas afectadas que hicimos con personal de la Conselleria de Mediambient, Agricultura i Pesca, como en las jornadas que se organizaron el pasado viernes día 16 de junio en la UIB, donde se trató el tema de Xylella desde su dimensión internacional hasta la más local, como en el caso de Balears.

Curiosamente la observación del doctor Purcell coincidía en el mismo día con una de las conclusiones del informe previo que presentaban los expertos de la Comisión Europea en su visita de inspección a las zonas afectadas de Balears. Son varias las evidencias científicas que avalan tales observaciones, como por ejemplo que la bacteria se ha detectado en las tres islas mayores, que haya tres subespecies (fastidiosa, multiplex y pauca) repartidas de forma desigual entre las tres islas, que su identidad genética sea variable, pero sobre todo, la amplia distribución que se registra en Balears a partir del trabajo realizado por el Govern en la detección de plantas con síntomas de infección. La Comisión Europea ha apuntado hacia la erradicación en su informe inicial, básicamente porque es un proceso por el que hay que pasar frente a la entrada de patógenos de cuarentena de tanta importancia como es el caso de Xylella, y es lo que marca la actual legislación como medida de control inicial.

Sin embargo, los datos científicos aportados por la Conselleria también en la pasada jornada sobre Xylella, apuntan a que la erradicación es en la actualidad inviable desde el punto de vista epidemiológico. En consecuencia, el único camino posible que se abre en un futuro más o menos cercano es el de la contención, y se basa en evidencias científicas recogidas en nuestro territorio y en otros a nivel europeo que también están sufriendo la presencia de la bacteria, como son Francia (Córcega) e Italia. No sirve aquí crear alarmismos y sustituir la ciencia y el dato por el titular fácil donde a fuerza de dar garrotazos se pretende disimular unas más que notables deficiencias en el conocimiento en profundidad de un tema tan serio, como es la presencia de Xylella en el territorio de les Illes y que tiene en vilo a todo el sector agrícola nacional. Ya tenemos en este país suficientes charlatanes anti-vacunas y especialistas en mezcla-lo-todo como para confundir al personal con conspiraciones sobre si se sabía o no si la bacteria estaba antes y no se decía. La Unión Europea (que somos todos los estados miembros) decidió empezar los controles rutinarios para la detección de Xylella en 2015, principalmente en viveros.

Antes de esa fecha, nadie, ni por análisis ni por síntomas en las plantas en campo y/o viveros había alertado claramente de la posible presencia de la bacteria. No queda además material biológico de años anteriores que se pueda analizar, por lo que para comprender cuántos años lleva Xylella en nuestro territorio no nos queda más que la opinión de los expertos, como el doctor Purcell, o recurrir a costosos análisis genéticos. De todas formas, lo importante es plantear el presente y el futuro del problema. En todos los foros científicos se coincide en que se debe tratar de forma holística: hay un componente agrícola, medioambiental, patrimonial y económico que requieren de enfoques multidisciplinares con equipos humanos dedicados a comprender y aportar soluciones a un problema que afecta a todo el territorio insular. Por desgracia, el momento de ciencia low-cost que estamos viviendo en la última década, por mucho que algunos se empeñen en defender que hacemos "grandes negocios" con proyectos de investigación menores, limita la respuesta que la comunidad científica de Balears puede dar sobre el tema Xylella.

Parece evidente que, si queremos saber más, habrá que invertir desde Europa, España y/o Balears en las líneas prioritarias de investigación que permitan arrojar luz sobre cuál puede ser la posible evolución futura de este patógeno. Todos tenemos un compromiso con el medio ambiente del que, como seres vivos en este planeta, obtenemos beneficios como nutrirnos o poder disfrutar de un bosque o de una planta endémica. Por desgracia, ese compromiso se pierde fácilmente cuando se nos olvida que el oxígeno que respiramos se produce en ese bosque y ese mar que tenemos tan cerquita de nuestra casa. Esperemos que al menos en este tema, no seamos tan olvidadizos.

*Profesor Titular de Zoología en la UIB. Investigador del Instituto de Investigaciones Agroambientales y de Economía del Agua (INAGEA)

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