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Cabrera, cien años de una expropiación militar

La aparición de un submarino de los imperios centrales en 1915, en plena guerra mundial, provocó el inicio de los trámites para realizar la expropiación forzosa del archipiélago

La presencia militar desde 1916 ha permitido la conservación del privilegiado ecosistema de Cabrera hasta nuestros días. La isla y los islotes adyacentes pasaron a pertenecer desde el 29 de abril de 1991 al Parque nacional marítimo-terrestre de Cabrera. Willy

Es casi seguro que el comandante del submarino con enseña austro húngara que emergiera en aguas de la rada de la isla Cabrera durante la primavera de 1915, que según los servicios de espionaje de la Royal Navy fue identificado como el SM U-5, bajo el mando del capitán de navío Georg Ludwing Von Trapp, jefe de la tan musical como famosa ´Familia Trapp, no se imaginaba la trascendencia que iba a tener para ese subarchipiélago mallorquín, dependiente del Ayuntamiento de Palma, su inesperada vista. La aparición del SM U-5 en aguas de Cabrera suponía poner en un brete la neutralidad española en la Gran Guerra y no se hicieron esperar las primeras acciones de Madrid, al respecto. La primera medida fue iniciar los trámites para realizar la expropiación forzosa del archipiélago de Cabrera, que culminó con la publicación de la Real Orden 7 de julio de 1916, reinando Alfonso XIII, en la Gaceta de Madrid, reconvertida posteriormente en Boletín Oficial del Estado, presidiendo el Consejo de Ministros el liberal Conde Romanones. El principal afectado de que el estado se convirtiera en el nuevo propietario de Cabrera, a la vez de sus cercanos islotes, fue Sebastián Feliu i Fons, su titular, por herencia, ya que su familia la había adquirido en 1879. En esa expropación forzosa, su último propietario civil recibió 395.607 pesetas de la época, una importante cantidad, el Obispado de Mallorca y Jaime Salvá Costa, propietarios de limitadas parcelas en la isla, se repartieron las 34.469 pesetas del desembolso total que realizó el gobierno español en dicha expropiación. Pese a ello, la familia litigó con diferentes gobiernos, hasta tiempos recientes, para recuperar Cabrera pero sus esfuerzos fueron inútiles.

El SM U-5, bajo el mando del capitán de navío Georg Ludwing Von Trapp, emergió en las aguas de Cabrera y precipitó la decisión del Gobierno de España de expropiar el archipiélago.

La decisión de expropiar el archipiélago de Cabrera fue tomada por el Gobierno de Madrid, cuando aún era presidente del Consejo de Ministros Eduardo Dato, liberal-conservador, sobre el verano del 1915, al conocerse que varios submarinos con la enseña austro húngara había emergido en sus aguas jurisdiccionales. Parece ser, que los informes recibidos en Madrid sobre la presencia de submarinos de los Imperios Centráles llegaron por vía diplomática británica, facilitados por almirantazgo británico, siendo Primer Lord del Estado Mayor de la Royal Navy británica, sir Wistonn Churchill. La expropiación de Cabrera sirvió para guardar las apariencias, ya que se habían producido protestas por parte de los aliados, especialmente de Londres, respecto al supuesto sumistro a submarinos alemanes, especialmente en aguas gallegas y de Balears, operando también en estas últimas unidades austricas. Apoyo logístico que, según informes de inteligencia tanto ingleses como franceses, realizaban pequeñas embarcaciones, especialmente pesqueros. A nivel naval, durante el conflicto, España intentaba desarrollar diversos planes de construcciones para su Marina de Guerra, pero tenía una falta de unidades de vigilancia costera y sútiles, especialmente, teniendo que echar mano, de cara a realizar controles en sus aguas jurisdiccionales, sobre todo en el Mar de Galicia y el Mediterráneo de buques torpederos de una serie de 22 unidades, completada en 1921. En aguas de Balears, durante la Gran Guerra, se fueron relevando varias de estas unidades ligeras, de 180 toneladas de desplazamiento, armadas de tres cañones de 47 mm. y tres tubos lanzatorpedos, con una dotación de 31 tripulates. No fue hasta el 25 de enero de 1917 cuando la Armada recicibía su primer submarino, el A-0 Issac Peral, construido en astilleros norteamericanos. La joven Arma Submarina española, creada el 17 de febrero de 1915, recibía meses después los A- 1 Monturiol, A-2 Cosme Garcia y A-3, al que no se le puso nombre alguno. Estas tres unidades se botaron en los astilleros italianos Fiat-San Giorgio, de la Spezia, iniciando su travesía conjunta hacia España el 2 de septiembre de 1917, siendo el primer puerto que tocaron, el de Tarragona, tres días después de su salida de Italia, en compañía del crucero ´Extremadura´, que los escoltó hasta su destino, pusieron rumbo a la base de Cartagena.

La presencia de Trapp y su submarino en el mar de Cabrera se debió a necesidades logísticas, especialmente cargar carburante, dentro de un plan prestablecido por agentes alemanes destacados en Balears, bajo el mando del cónsul germano en Palma, el cual parecía tener carta blanca por parte de fuerzas vivas de la isla, especialmente de los germanófilos, cuyas bregas con los aliadófilos, especialmente dialécticas o a través de la prensa isleña fueron famosas. Esta presencia naval aumentó debido a que en los inicios del verano de 1915, Alemania envió al Mediterráneo una flotilla de submarinos, al mando de renombrados comandantes, de cara a ampliar la guerra submarina al Mediterráneo Occidental, a la vez que reforzaba la reducida flota de sumergibles de Austri Hungría, todas con base en el Adriático. Italia era la responsable, con Francia, de la seguridad de la navegación en aguas mediterráneas contra la acciones de la flota austro-húngara; los submarinos alemanes bajados al Mediterráneo enarbolaban en superficie la bandera de sus aliados de Viena, ya que el Kaiser Guillermo aun no estaba en guerra con Roma. Italia declaró la guerra a Alemania en agosto de 1916, con todas sus consecuencias terrestres y marítimas que tendría para el resto del conflicto hasta su finalización, dicha decisión. Respecto a la ruta seguida por los submarinos alemanes en el Mediterráneo, tenía su origen generalmente en Ostende, una vez conseguida de forma rápida la ocupación de Bélgica, a finales agosto de 1915. La ruta seguía hasta la costa gallega de Finisterre, en donde eran aprovisionados por embarcaciones salidas de varios puntos de la Costa de la Muerte. Su siguiente punto de abastecimiento era Cabrera, después de atravesar el estrecho de Gibraltar, incluso después de ser expropiada por el Estado, y mientras duró la presencia submarina del kaiser en aguas situadas entre Cataluña y Balears, que empezó a declinar en el otoño de 1916.

Cabrera fue escenario de maniobras militares con despliegue de hombres y artillería hasta que el Gobierno las suspendió.

El Estado Mayor de la Marina de Guerra alemana había diseñado la mayor parte de sus despliegue naval, desde el inicio de la Gran Guerra, hacia el bloqueo de Inglaterra, la cual tenía que importar materias primas y alimentos, pues de lo contrario podía ser rendida por hambre y falta de materias primas, por lo que la navegación segura por el Atlántico y el Mar del Norte le era vital, aun cuando la amenaza submarina del daiser estaba en sus inicios, el Mediterráneo, en cuyo estremo oriental se encontraba el estrecho de los Dardanelos, dominado por Turquía, su aliado, estaba ya presente en sus planes de cara a un futuro. Con la intención de que submarinos alemanes operaran en el Mediterráneo, la Marina de Guerra del Kaiser, tenía diseñadas una serie de rutas y puntos de abastecimiento en la travesía desde sus bases del Mar del Norte, especialmente Kiel y de Ostende. En ese elaborado plan de acción submarina germana, arma que se puede decir se estrenó bélicamente, tuvo un a gran desarrollo técnico y operativo durante el con flicto, tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo, en donde Balears estaba presente como zona de apoyo logístico para sus naves, entre Gibraltar y el canal de Suéz, ruta vital para los británicos para mantener las comunicacion es por mar con sus colonías en Asia, especialmente la India, de donde sacaba tropas indígenas y materias primas. También a franceses e italianos les preocupaba mantener aseguradas sus rutas entre sus respectivas metrópolis y sus colonías, situadas en el Norte de Africa.

Uno de los asuntos que más se aireó en la prensa mallorquina al estallar la Gran Guerra fue el caso ´Fangturm´. Se trataba de una mercante germano, perteneciente a la Compañía Hansa, de Bremen. Antes de estallar la Gran Guerra, el ´Fangturm´ partía del puerto de Nueva York con 4.000 toneladas de carburante, junto a un cargamento de máquinas de escribir, sombrillas y una serie de productos, al parecer sin valor estratégico. La ruta que tenía que recorrer el mercante alemán era cruzar el estrecho de Gibraltar, para internarse en el Mediterráneo, cruzar el Canal de Suez y poner rumbo a la India. Navegando por aguas de Baleares, al ´Fangturm´ le cogió el inicio del conflicto, que al final se le llamó I Guerra Mundial. Inmediatamente, a través de su equipo de telegrafía sin hilos el capitán del barco germano recibió la orden enviada por sus armadores de dirigirse a un puerto neutral, al parecer no especificado. La cuestión es que, el vapor alemán, que navegaba cerca del puerto e Palma, siguiendo órdenes posteriores de sus armadores, paró máquinas y se situó a unas cuantas millas de la ciudad, echando el ancla. Su presencia fue detectada por los representantes consulares de la Gran Bretaña y Francia, lo que alarmó a los servicios de inteligencia naval de ambos país. Una vez recibida la citada información, surgió la sospecha de que la llegada del vapor germano a aguas palmesanas no era un hecho fortuito. Cuatro mil toneladas de carburante, las que se encontraban en la bodega del ´Fanturm´, eran suficientes para que unidades de la marina alemana y austrohúngara pudieran operar en el Mediterráneo Occidental durante un tiempo. Ante esa posibilidad logística, las fuertes presiones de los aliados, para evitar tentaciones, obligaron al Gobierno español a internar el ´Fanturm´ dentro de aguas portuarias de Palma. Parte de su tripulación regresó a su país, mientras que, a bordo se mantuvo un retén de mantenimiento, situación que se mantuvo hasta la llegada del Armisticio. Al iniciarse la ofensiva alemana de Verdún, la tripulación de retén de a bordo, comenzó a repintar el casco del barco, acción que quedó definitivamente suspendida al ser frenada exitosamente por los aliados.

El caso ´Fanturn´ no acabó ahí, pues se siguió derramando tinta, ya que entró en escena Juan March, señalado en documentos oficiales británicos de la época como principal proveedor de carburante y alimentos a los submarinos de los Imperios Centrales, en aguas de Balears, especialmente de Cabrera, dominando un litoral en que mandaba el contrabando. En cuanto a la finca S´Avall, situada frente pequeño archipiélago, supuesto punto logístico para los submarinos de los Imperios Centrales, aún no pertenecía, sobre el papel a March, pues no la adquirió hasta 1919, finalizada la contienda, lo que no quiere decir que su organización actuara en su litoral, sin problemas. Respecto al carburante que se mantenía a bordo del ´Fangturm´, el capitalista mallorquín se interesó inmediatamente por él. Según indicios de la Entente Cordiale (Aliados), March, que jugó a dos cartas durante la Gran Guerra, podía haber conocido de antemano la llegada del mercante germano a aguas de Mallorca. Según documentos británicos, March adquirió la carga de fuel del ´Fangturm´, si bien el Gobierno español, intentando mantener su neutralidad, desbarató dicha operación. La cuestión es que parece desconocerse lo que se hizo con ese cargamento de carburante.

Inaugurado en 1996 el museo está ubicado en el antiguo celler, pues la isla produjo viñas. Sala principal, con un relieve de las islas.

Con la expropiación de Cabrera, y una vez bajo jurisdicción militar, se refuerza la persencia castrense con una fuerza permanente, relevada cada seis meses, integrada por 30 soldados, procedentes del Regimiento de Infantería Palma 47, con base en La Rambla de Palma y del Batallón de Inca, ubicado en el cuartel General Luque de la citada localidad isleña, al mando de un oficial. La realidad es que, con mayor o menor número de efectivos, la presencia militar en la isla de Cabrera se mantenía de forma permanente desde que, de cara a cimentar su defensa contra la presencia de naves corsarias turcas, que en sus razias contra Menorca y Mallorca buscaban suministros, especialmente agua, en la primera isla, se construyó su castillo, a finales del siglo XIII. Durante la prisión forzada en Cabrera de los soldados napoleónicos rendidos en la batalla de Bailén, uno de los capítulos negros de la historia de Mallorca, la pequeña isla se convirtió en el que se denomina ´primer campo de concentración´, y se mantuvo un destacamento armado. Presencia militar que casi despareció durante la Guerra Civil, y que finalizada esta se reanudó. Un episodio drámático de la contienda fue la ocupación de Cabrera, durante el primero de agosto de 1936 por milicianos anarquistas transportados por los submarinos B-3 y B-4, destacados en la Base de Mahón, unidades que permanecieron fieles a la República, aunque sus principales mandos fueron encarcelados, y algunos ejecutados en una saca que se produjo en La Mola de Maó. La ocupación de Cabrera duró alrededor de un mes, finalizando a la vez que las fuerzas de Bayo, desembarcadas en Porto Cristo fueran frenadas por fuerzas sublevadas llegadas de Palma, con ayuda, especialmente aérea, italiana. Al abandonar la isla, los milicianos, especialmente anarquistas, que la ocupaban se llevaron a varios prisioneros, entre los que se encontraban el jefe militar de la isla, alférez Facundo Flores Horrach y Damián Suñer, arrendatario de Cabrera y a sus dos hijos, siendo fusilados los cuatro en Menorca. Entre las tropelias de los anarquistas en la isla, se citan la destrucción de la iglesia y la vicaria, junto al saqueo que realizaron en la zona.

En agosto de 1936 un grupo de milicianos llegados a Cabrera en submarinos militares ocupó la isla de Cabrera y su puerto.

Durante la II Guerra Mundial Cabrera tuvo un refuerzo militar importante, con la presencia de un batallón de infantería y un grupo de artillería de campaña. Pasados los años, el subarchipiélago se convirtió en terreno para adiestramiento castrense, creándose a tal efecto en su principal isla una Comandancia Militar. Durante unos quince años, hasta 1986, la isla fue entre mediados y finales de la primavera activo campo de maniobra con fuego real, en la que intervenían unidades de todas las armas y servicios de Balears, con utilización de artillería y morteros, junto a la presencia, en varios de estos ejercicios militares, denominados ´Cabrera´, de blindados, paracaidistas y buceadores de combate, llegando a reunir hasta 1.300 jefes, oficiales, suboficiales y tropa. Así mismo, en dichos despliegues participaron helicópteros de la Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra. Al supuesto táctico de 1978 asistieron agregados militares de embajadas de Madrid, mientras que en el ejercicio realizado en la primavera de 1983, el conflicto de Las Malvinas influyó en una serie de cambios tácticos respecto a las directivas anteriores. El 24 de abril de 1987, Narcís Serra, por aquel entonces ministro de Defensa, en el primer gobierno de Felipe González, anunciaba en el Congreso de Diputados la suspensión definitiva de las maniobras en Cabrera. Decisión que se empezó a vislumbrar en los ejercicios militares de junio de 1985, con una presión de protesta ecologista muy alta, cuando el nombre de la isla desapareció de los mismos, ya que se presentaron bajo el nombre de ´Anibal´, algo que se confirmó el cambio pues en el realizado en junio de 1986, la denominación del supuesto táctico desarrollado se llamó ´Gaviota´. Fue él útimo realizado en Cabrera, por lo que a partír del mismo los ejercicios militares y la presencia castrense desaparecieron, pero Defensa, con un representante militar en el patronato del Parque Nacional de Cabrera, figura jurídica creada en abril de 1991, y cuya titularidad transfirió el Estado, en el 2004, a la Comunidad de Balears, siempre tendrá su última palabra en el caso de plantearse un problema de seguridad nacional en ese pequeño archipiélago. Ya no emergen submarinos en la rada de Cabrera, por el momento, pero en verano especialmente, sus aguas se cubren de embarcaciones de recreo, llegando casi a la sobreocupación´. Ahora bien, no hay que olvidar que la presencia militar en Cabrera en los ultimos cien años, junto a una serie de acciones que le correspondían, evitó que se convirtiera en una isla edificada, es decir en Víctima de ´la balearización´, según los planes de varias compañias turísticas, que soñaban con edificar tres mil plazas turísticas, cuestión que, afortunadamente, no llegó a buen puerto.

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