Markus y Michael brindan con su helada cerveza de medio litro mientras bailan la famosa canción de Helene Fischer Atemlos durch die Nacht. Uno tiene 34 años y es de Passau, del sur de Alemania, y el otro 62, y es de Kiel, del norte. No se conocen de nada, jamás han intercambiado palabras, pero ambos han sonreído cuando han cruzado sus miradas al son de un tema muy popular en su país. El más joven está con su novia y otra pareja amiga, mientras que el más mayor está con su esposa y sus dos hijos veinteañeros. Uno trabaja de camarero en un restaurante y el otro dirige una empresa de limpieza, con más de treinta trabajadores a su cargo. Los dos pasan sus vacaciones haciendo lo mismo, aunque su nivel económico y clase social sea diferente.
Porque en la Playa de Palma, lejos de los que buscan líos, que son los mismos de casi siempre, existe un turismo que aprecia la isla y que disfruta de lo que le rodea. Y sí, están en un 'Biergarten', tantas veces sinónimo de problemas, y que está plagado de historias de personas que aman Mallorca y que respetan a la gente que vive en ella. Y no es ironía. Admiran la isla, la recorren de Formentor a Ses Salines y de Cala Rajada al Port d'Andratx, pero que se lo pasan de miedo tomando algo antes de dormir en uno de los numerosos 'Jardines de la Cerveza' existentes. Disfrutan de un local que, aunque está lleno de compatriotas, es genuino de la zona. Cierto, a su alrededor hay borrachos, la mayoría post-adolescentes, aunque eso es otra historia.
