Mietta Leoni recibe a DIARIO de MALLORCA en su nueva residencia en Palma, un hogar que inauguró hace más de veinte años, donde crecieron sus hijos y donde fue muy feliz. Un hogar que abandonó, y donde ha querido regresar tras los duros momentos que ha vivido el último verano. Preparada para la entrevista, la modelo y empresaria italiana cierra una puerta para abrir otra encarada al futuro, llena de optimismo y energía. Renovada y agradecida, dispuesta a perdonar haciendo frente al pasado, sin olvidar, reivindicando un espíritu independiente que la ha llevado a vivir una vida repleta de experiencias inolvidables y únicas. Mietta Leoni es un torbellino.

–¿Cómo se encuentra?

–No me olvido de lo que ha pasado. Ha sido violento y traumático. Ahora me toca reinventarme, este es mi trabajo. Quiero pasar página y olvidar. Estoy mejor y con proyectos nuevos. Me ha apoyado todo el mundo, me he sentido muy acompañada. Tengo tres hijos maravillosos. Soy muy independiente, he trabajado toda la vida y me siento joven y capaz para empezar la tercera etapa de mi vida. Soy una luchadora, nunca me he vendido.

–¿Cómo es Mietta Leoni? ¿Se la conoce?

–Creo que he sido una buena madre. Mis hijos han visto con mi ejemplo que todo se consigue trabajando duramente y luchando. De siempre he estado acostumbrada a vivir bien, en una casa bonita y con un armario magnífico, así que no le doy mucha importancia a lo material. No quiero estar atada a lo material. Necesito orden, armonía y equilibrio en todo lo que hago. Vivir bien es un arte difícil de aprender.

–¿Cómo lo aprendió?

–Los orígenes son muy importantes. Mi familia por parte de padre era noble, judía, de siempre relacionada con la moda de Milán. Mi madre era católica. Crecí entre las dos religiones, consciente del Holocausto que habíamos vivido y eso me marcó mucho, me trastornaba. Mi padre me hizo jurar que nunca me casaría con un alemán y he estado treinta años con uno y he sido muy feliz. Soy tolerante. Mi abuela, una condesa muy elegante, influyó mucho. Su manera de vivir, de vestir, su ´chic´. También mi tío, un abogado de la Scala de Milán que me acercó al arte y a la cultura. Mi madre desfilaba en el Palazzo Pitti, y yo también, siendo adolescente. Todo lo que teníamos era muy exclusivo, fruto de la época que nos tocó vivir, donde no existía el prêt à porter.

–Su vida no ha sido nada tradicional.

–Me he casado tres veces. No lo hice con Dieter pero fue como si lo estuviéramos. Mi primer marido era italiano, un Polenqui, arquitecto y anticuario, perteneciente a una de las mejores familias de Milán. El segundo fue Juan Ferrer, propietario de la empresa Ferrer y Sentís, descubridor de Claude Montana. Exportábamos moda a todo el mundo. El mes próximo sale un libro donde se explica lo mucho que Juan Ferrer ayudó a grandes como Thierry Mügler o Miyake. Lo viví tan en primera persona que el primer traje que hizo Montana fue para mí, estando embarazada de mi hija. No lo conservo, no tengo recuerdos. Tengo la suerte de poder cortar con los recuerdos que me atan al pasado.

–¿Ahora se encuentra en un momento de corte?

–Sí, absolutamente. Tengo proyectos de futuro y de trabajo. Cuando me retiré de Inter Lace lo hice porque ya no me sentía identificada con la forma actual de comunicación a través de internet. Organizaba encuentros lujosos para que la gente se relacionara, como un viaje en Concorde o cruceros y cenas muy elitistas.

–¿Renuncia al pasado?

–Nunca. Nunca hay que tirar el pasado, porque es nuestro presente. He tirado libros, muebles. Últimamente he tirado incluso cuadros al mar, cosas que me fastidiaban, que no podía ver porque me recordaban determinadas situaciones. Pero nunca he tirado mi pasado, porque mi pasado es el presente de mi familia. Y estoy orgullosa de él.

–¿Cuáles son sus proyectos de futuro?

–Un proyecto que tengo guardado desde hace mucho tiempo. Se llama Las Mujeres Hablan con Mietta Leoni, y finalmente verá la luz en Mallorca, la tierra que más quiero del mundo. Será una asociación no feminista, ni reivindicativa de derechos, pero que persigue que la mujer hable, que se pueda comunicar. Entre sus finalidades están ayudar a las mujeres en su desarrollo personal, acercarlas al hombre fomentando la comunicación entre ambos, sin revanchas ni enfrentamientos. Es una asociación filantrópica y sin ánimo de lucro, de solidaridad y amor a los demás. El proyecto lo redacté en la época de Inter Lace junto a Domingo Medina. Ahora es el momento de ponerlo en marcha, a raíz de todo lo que ha pasado.

–No lo entiendo.¿Por qué ahora, precisamente?

–Entiendo que hablar es muy importante, hay muchas preguntas y muy pocas respuestas. Hoy han cambiado mucho las cosas. La gente habla, antes no. Ahora se saben cosas que antes no se sabían, tabúes que han dejado de serlo. Pero las relaciones humanas siguen estando en peligro. Necesitamos hablar cara a cara más que nunca, mirarnos a los ojos, tocarnos. Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de comunicarnos, lo he vivido en mis propias carnes.

–¿Cómo funcionará?

–Ayudaremos con un equipo de especialistas, psicólogos y abogados a personas que han pasado por situaciones difíciles, por enfermedades, divorcios o desgracias de las que marcan, como a mí. Queremos que se sientan apoyadas y nunca solas, encontrar soluciones a problemas que nadie ayuda a resolver. Yo no paro de preguntarme porqué me ha pasado ésto a mí, continuamente martillea mi cabeza el por qué. Y nadie me da una respuesta. Como yo hay miles de personas en el todo mundo. Personas que buscan una respuesta. Así de simple.

–¿De qué vivirá a partir de ahora?

–En febrero, durante la feria de arte Arco, presentaré en Madrid una línea de artículos diseñados por mí. Complementos muy especiales, elegantes y glamourosos. Cuento con la ayuda de personalidades muy importantes. Shakira, por ejemplo, está entusiasmada con el proyecto, al igual que muchos otros que con el tiempo se sabrá su nombre. Mi marca Leoni seducirá a mujeres con gusto, exquisitas, que buscan algo diferente, vivir una vida diferente.

–¿En qué punto se encuentra la investigación sobre la muerte de Dieter F.?

–Abierta, y por tanto no puedo ni quiero hablar. Sí quiero decir que me he sentido muy bien tratada por la justicia. Únicamente deseo que se resuelvan algunas incógnitas que todavía no tienen respuesta y que él pueda descansar en paz para siempre. La gente ha sido muy solidaria y lo agradezco enormemente. He perdonado, también a Dieter por lo que me hizo. Ahora soy una mujer totalmente libre.