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Lletra menuda: Males para poner fora vila al límite, por Llorenç Riera

La vida del campo siempre ha sido dura y resignada. En los tiempos modernos, en los que esta isla permanece entregada, prácticamente sin condiciones, a la industria del ocio, lo está siendo todavía más, pese a los avances de la técnica y la maquinaria. Ocurre así porque el monocultivo turístico tienes muchas taras en valores colectivos y trasversales y porque las políticas agrarias europeas reparan poco en el hecho insular y en el cultivo autóctono.

Así las cosas, Mallorca se está poniendo a niveles egipcios en cuanto a plagas. De todo tipo, animales, vegetales y hasta esas de muy difícil erradicación que implanta la inoperancia o el retraso de la Administración.

Cuando ya estábamos doctorados en picudo rojo, en pocas semanas nos hemos visto forzados a aprender qué es y conocer en vivo a la culebra de herradura y con mayor insistencia la Xylella fastidiosa. Una y otra se han incrustado en Mallorca para quedarse. Seguro que el Govern no las va a extinguir prohibiendo su anuncio en una página web, igual que si fuera un alquiler turístico irregular. Ahí está uno de los principales puertos de entrada de plagas en Mallorca, la falta de prevención y la manía de tratarlo casi todo de modo uniforme. En los despachos se tiende a unificar un insecto de importación con un coche de alquiler de sobreocupación. A fin de cuentas, ambas denominaciones tienen la misma cadencia.

Por si no fuera suficiente su sumisión a los mercados mayoristas, los payeses vuelven a ser los primeros en pagar los plazos rotos y cosechar perjuicios donde debían recolectar frutos sanos y exclusivos, esos que tradicionalmente han dado alimento de calidad y salud a la Mallorca que ahora adolece de sobrepeso por ingesta reiterada de monocultivo turístico. De momento, los agricultores ya saben que, a cuenta de la Xylella fastidiosa, este año recolectarán unas 500 toneladas menos de almendrón y que su precio bajará porque en el exterior la oferta será mucho mejor. Las nuevas plantaciones de almendros de crecimiento rápido están todavía lejos de poder contrarrestar los graves males que se producen en la actualidad.

Se desvanecen los almendros y con ellos la economía de muchos payeses y el conjunto del paisaje mallorquín. El próximo mes de febrero estará menos florido. Será fiel reflejo del estado lánguido de la agricultura mallorquina esa en la que ahora solo parecen remontar los olivos y los viñedos.

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