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Entrevista

Juan Torrens Marqués: "Hoy en día no se podría vivir como antes de la encuadernación"

Joan Torrens, en el polideportivo de Son Caulelles. Miquel Bosch

De profesión impresor y encuadernador, actualmente es el concesionario del campo de deportes de Son Caulelles. Dejó su trabajo de toda la vida debido a que la actividad bajó muchísimo. Asegura que en la actualidad resultaría imposible vivir de un oficio tan ancestral y ligado a la cultura como el de confeccionar libros de forma artesanal.

-¿Por qué dejó su oficio de encuadernador?

-Trabajaba en una imprenta de Palma, concretamente en la Imprenta Palmesana, y poco a poco con las nuevas tecnologías, fueron bajando los pedidos, hasta que la empresa cerró sus puertas cuando la propietaria se jubiló.

-¿A qué edad empezó a trabajar en la imprenta?

-A los trece años, la Palmesana, era una de las imprentas más conocidas de Mallorca, y hacía poco tiempo que se habían inaugurado sus nuevas instalaciones en la calle Nuño Sans, antes se ubicaba en la calle Bisbe Maura, esquina con Miquel Marqués.

-¿Cuáles fueron sus primeros trabajos en la imprenta?

-Como la mayoría de aprendices, empecé aprendiendo a manejar la guillotina, montar faldillas de los calendarios, entre otros trabajos, así como el montaje de las cajetillas con los plomos, para efectuar la impresión.

-¿Cómo empezó a dedicarse a la encuadernación?

-En la imprenta había un señor de edad, que era el encuadernador oficial, en aquellos momentos había mucho trabajo de encuadernación y a mí me interesó aprender el oficio.

-¿Por qué motivo se hizo cargo de las encuadernaciones?

-A la edad de jubilación, el operario se retiró, y el único que había aprendido el oficio era yo. La propietaria me propuso ocupar su lugar, y si le satisfacía mi trabajo, tanto a ella como a los clientes, sería el encargado de las encuadernaciones. Así fue como empecé y seguí hasta que la imprenta cerró sus puertas.

-¿Había mucho trabajo de encuadernador?

-Si, muchísimo, ya que los periódicos y la mayoría de editoriales hacían colecciones en fascículos. Los lectores que adquirían estas colecciones necesitaban la encuadernación. Prácticamente no daba abasto.

-¿Qué pasos se siguen para encuadernar fascículos?

-Se deben retirar las grapas de cada uno de los fascículos. Posteriormente, se hacen pequeños agujeros en los lomos para poder coserlos a mano. Una vez realizada esta operación, se unen todos los fascículos del tomo y se tienen que encolar todos juntos. Posteriormente se recortan con la guillotina, a fin de que queden todos iguales. Y, por último, la primera y última paginas se encolan a las tapas y se prensan.

-¿Y si la colección no tiene tapas, como procede?

-Primero de todo: cortar un cartón a la medida del libro. Seguidamente coger una tela e imprimir en caliente las letras que debe llevar el libro, y a partir de aquí se sigue el mismo procedimiento anterior.

-¿Qué tiempo se tarda en la encuadernación con tapas o sin tapas?

-Con tapas te ahorras el trabajo de hacerlas. El coste para hacer un libro, confeccionando las tapas, es muy elevado, ya que tanto trabajo te lleva hacer una que tres. Muchas veces los clientes no pagaban las horas que realmente se perdían en confeccionar las tapas.

-¿Un libro ya encuadernado y deteriorado, tiene arreglo?

-Todo tiene arreglo, pero lleva mucho de tiempo y trabajo. No sabes nunca el coste del trabajo, ni las horas que deberán invertirse en el mismo. Es imposible, hacer un presupuesto de restauración de un libro por adelantado, ya que también depende del estado del volumen. Para restaurarlo, debes desmontarlo hoja por hoja y volverlo a montar, pero esta vez sin coser, engomarlo por el lomo, y seguir los pasos como si fuera la primera vez. Las tapas, si están deterioradas también se deben elaborar de nuevo, con el consiguiente incremento del coste.

-¿Hay trabajo de encuadernador?

-Actualmente no, al menos como antes, cuando trabajaba en la imprenta, en aquellos años la mayoría de imprentas tenían su encuadernador. Ahora no creo que se pueda vivir únicamente de encuadernar libros. De hecho, quedan muy pocos encuadernadores.

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