"Después de la conquista catalana del rey Jaume I, en 1255 los derechos de explotación de las salinas pasan a Arnau de Cruïlles. En 1383 la familia Descatlar, Marqueses del Palmer, adquiere esta propiedad. Exceptuando el periodo 1716-1869 momento en que las salinas están bajo la propiedad de la Hacienda Real, la familia Descatlar ha mantenido en activo la salinera hasta la actualidad, convirtiéndose así en una de las sagas familiares más antiguas de Europa". Esta es una de las informaciones de interés que transmite Elisabet Oliver, licenciada en historia económica, en las nuevas rutas guiadas basadas en las emblemáticas salinas de la Colònia de Sant Jordi y su entorno.

Oliver es la fundadora y presidenta de la asociación cultural LASAL, surgida para dar a conocer la cultura de la sal. Su iniciativa apuesta por el fomento de la cultura, la divulgación del patrimonio local, la gastronomía, el comercio y otras vertientes relacionadas con el llamado ´oro blanco´.

Pese a ser una salinera pequeña, económicamente no muy rentable, "forma parte de nuestro patrimonio cultural y representa un espacio natural digno de ser conocido y conservado", sostiene Oliver. Su estructura circular y otras particularidades concretas (como la rueda de cajones y la fábrica de magnesio) lo convierten en un paraje único, en pleno sur de la isla (comarca del Migjorn).

En concreto, las salinas de la Colònia son de la más antiguas del Mediterráneo, fechadas en el siglo IV a.C. Existe constancia de que los fenicios ya practicaban el comercio de la sal en esta área de la isla. El producto ha sido básico para la conservación del pescado en todo el Mediterráneo. Los romanos, y posteriormente los árabes, heredaron una tradición que ha llegado hasta nuestros días, explica.

Las privadas Salinas de sa Vall registran cada temporada una extracción aproximada de 500 toneladas de sal común (la recogida-cosecha se concentra entre los meses de julio y septiembre). Dispone de siete balsas productivas. Para conseguir un kilo de sal hacen falta 37 litros de agua. Constituye un espacio seminatural "resultado de un largo diálogo entre el hombre y la naturaleza".

Las salinas de la Colònia "no son solamente una industria de producción y extracción de sal. Tienen un gran valor histórico, económico y ecológico, y dan el nombre al pueblo de ses Salines".

En cuanto al trabajo: sal, sol y sudor. "Es una actividad intensiva, condicionada por la experiencia del salinero y por unas condiciones climáticas determinadas". La mecanización, iniciada a mediados del pasado siglo, ha significado una importante mejora, "sin embargo, el cultivo de la sal se sigue practicando de una forma natural, es decir, respetando la lógica interna de las salinas".

Las excepcionales cualidades del ecosistema, curiosamente en un entorno urbanizado que suele llenarse de turistas de mayo a octubre, contribuyen en gran medida a conformar un atractivo cultural-natural de primer orden.

Las rutas guiadas de Oliver están abiertas a todas las personas, en verano principalmente enfocadas a los visitantes de la Colònia y en invierno se centrará más en itinerarios didácticos con escolares. La asociación LASAL facilita el número de teléfono 661486698 para las reservas. Se contemplan visitas (arrancan ante el Club Colònia y duran hora y media) por las mañanas y tardes. En las matinales se incluye una degustación en el restaurante Sal de Cocó. Los participantes reciben una guía del visitante y otra de recomendaciones de restaurantes, tiendas, etc.