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Entrevista

Marc Morell: "La expulsión de los residentes aumentará, pero se puede parar con políticas valientes"

"Los gobiernos no deben esperar a que el problema llegue a la calle, es uno de sus grandes errores. ¿No tienen visión de futuro o qué?" - "La gentrificación no es inevitable, aunque quienes sacan tajada dirán que sí, que las ciudades cambian y hay lugares que se ponen de moda"

El antropólogo social Marc Morell en el exterior de la Universitat. b. ramon

-Tras un verano en el que la palabra turismofobia ha sido la más escuchada, usted aboga por la urbanofilia. ¿Qué propugna?

-Amor por la gente que vive en las ciudades, por quienes lo pasan mal debido a que no les renuevan el alquiler, por los que padecen la desaparición de los comercios y actividades propias de la urbe a causa del monocultivo turístico, por los trabajadores del sector, como las kellys, que se dejan la piel con contratos precarios. La idea es crear alianzas, porque a quienes ponemos el grito en el cielo por la masificación turística desaforada, como Ciutat per a qui l´habita, siempre nos preguntan qué pensamos de la turismofobia y los actos de Arran. ¡Qué palabra tan fea! Lo que queremos es amor por la gente de la ciudad.

-En primer lugar se expulsó a la población local del llamado ´barrio chino´ y ahora los nuevos residentes de entonces están siendo desplazados por turistas. ¿Es la consecuencia intrínseca a la gentrificación?

-Normalmente tiene oleadas, que empiezan con unos pioneros, como artistas, bohemios, gente alternativa... Se va extendiendo poco a poco a las clases medias, que es lo que ocurrió en 2007 en Palma, y luego se producen más oleadas. En la City de Londres vive ahora una élite que trabaja en las finanzas y ya se habla de supergentrificación. Aquí no tenemos un mercado de finanzas, pero sí una industria turística que se ha expandido a Ciutat, por lo que se ha mezclado esta dinámica con la gentrificación y la consecuencia está siendo una nueva oleada de expulsiones de residentes.

-¿Es inevitable?

-No, claro que no. En nuestras sociedades, nada es inevitable. Quienes sacan tajada dirán que sí, que es natural, que las ciudades se transforman y hay lugares que se ponen de moda. La expulsión de los residentes aumentará si no se hace nada, pero se puede parar con políticas valientes. La gente que se fue a vivir a sa Gerreria en 2007 o los años siguientes se ven desplazados por los desahucios silenciosos, como por ejemplo la no renovación de su alquiler o el incremento del precio, o porque venden su vivienda en propiedad debido a que el barrio ha perdido el encanto que tenía, o porque les realizan una oferta imposible de rechazar. Hay muchas medidas valientes que se pueden aplicar en contra del alquiler turístico, como empiezan a hacer en Berlín, Barcelona y otras ciudades con el mismo problema. "Teníamos una ley que prohibía el alquiler turístico, pero se favoreció el boom por no perseguirlo"

-¿Qué otros barrios están en peligro de gentrificación?

-La Soledat, debido a la futura urbanización de los solares de Nou Llevant cercanos al barrio. Algo similar a la gentrificación puede ocurrir en la zona próxima al mercado de Pere Garau, pero el barrio es demasiado grande y con una gran diversidad de entornos construidos. En Santa Catalina han sufrido una gentrificación sin una degradación previa y se están añadiendo Son Espanyolet; Bons Aires, por su centralidad y vida en la calle; y el Molinar, por la presión de compra en la primera línea. Y las zonas que no se gentrifiquen podrían volverse una especie de barbecho urbano, degradándose hasta futuras gentrificaciones. Ante esta foto pesimista, está la optimista: lograr gobiernos que crean de verdad en economías productivas no vinculadas a la producción del espacio, ya que habitualmente son puramente especulativas. "Varios colectivos están cogiendo fuerza porque la gente está harta y el Govern les ha decepcionado"

-Colectivos como Ciutat per a qui l´habita o Terraferida han surgido en los últimos años. ¿Es porque los pactos de izquierdas les han decepcionado?

-Lo que ocurre ahora hubiera sucedido con cualquier Govern, aunque este sí ha decepcionado. Hay una serie de entidades que están cogiendo mucha fuerza por el apoyo de la población, que se está sumando poco a poco, como una bola de nieve, ya que la gente está harta de vivir en una sociedad cada vez más precarizada, no solo el trabajo, sino también la ciudad, que está condicionando la forma de habitarla. También les pasa a numerosos propietarios, no solo a quienes están en alquiler, ya que compraron porque tenían ganas de echar raíces en un lugar y ese lugar, tal como lo conocían, está desapareciendo. Se trata de hacer una política de vivienda y tener un modelo de ciudad.

-En el Ayuntamiento hablan mucho de modelo de ciudad e incluso hay una concejalía.

-Los gobiernos de izquierdas siempre han hablado de modelo de ciudad, pero a mí me gustaría saber cuál es y hacia dónde va. Son miedosos, no hacen apuestas valientes, como por ejemplo no dedicar un euro del presupuesto al turismo. En cuanto al alquiler turístico, están atrapados entre diferentes electores, porque los hay de izquierdas que arriendan viviendas vacacionales.

-¿Pueden volver a disminuir los alquileres con la ley que se aprobó este verano?

-Será muy difícil siguiendo la lógica del mercado. Dicen que se autorregula sin una intervención pública, pero cuando los precios subieron hubo una intervención pública que les ayudó.

-¿Cuál?

-Teníamos una ley turística que prohibía expresamente el alquiler vacacional, pero por desidia y no persecución de las ilegalidades, desde el Govern se favoreció el boom. Esa no actuación también es un tipo de intervención de las instituciones que ha propiciado el actual problema.

-Varios colectivos recaban apoyos para que parte de los presupuestos participativos se destinen a un observatorio de la gentrificación. ¿Llegan tarde?

-Debería haberse hecho antes, pero nunca es tarde, hacen falta estos análisis. Sin embargo, me parece patético que tengan que ser impulsados por la iniciativa popular, ya que varios expertos llevamos desde 2003 hablando y advirtiendo de la gentrificación. Los gobiernos no deben esperar a que el problema llegue a la calle, ese es uno de sus grandes errores. ¿No tienen visión de futuro o qué? "La no renovación del alquiler o el aumento del precio son desahucios silenciosos que también expulsan"

-Otro tema del verano, tras el atentado de Barcelona, ha sido la colocación, en las principales calles, de barreras y bolardos. ¿Contribuyen a la seguridad o son un elemento de conflicto en el espacio urbano?

-El espacio urbano se convierte en un lugar en el que se instalan diferentes elementos que representan quién manda en la ciudad. Pueden provocar confianza en ciertas personas, a pesar de que la protección tendría que llegar por otros medios. También pueden crear psicosis, por lo que hay que tener cuidado, ya que aumenta el conflicto. Además, quien quiera atentar atentará, y no hay más. Utilizarán ácido en los autobuses, cuchillos en las paradas, irán a discotecas y se inmolarán...

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