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Palma a la vista

El francés de la bodeguita

Emmanuel Clément cocina cara al público en su restaurante de la calle Carmen. Lo que pides es lo que comes. Sus steaks son su éxito

Emmanuel Clément, un cocinero sin trampa que ha viajado por medio mundo.

A los Clément les gusta Mallorca. De los siete hermanos, cinco viven ahora aquí. Sus padres compraron una casa en cala Blava en los años 60 y los dos meses de verano cambiaban la Borgoña francesa por el Mediterráneo. En 1978 el matrimonio se trasladó definitivamente. Ahora, uno de sus hijos, Emmanuel, probablemente el más viajero y el más viajado, recala en la isla y se ha reencontrado en su restaurante La bodeguita del centro con algunos de aquellos niños de infancia, Juan Rigo, Kiko Alcover, Tomás Darder.

Marcado por "los juegos, el sol, el agua, los bocadillos de atún, la gaseosa, el jamón, el queso, pescar", los estudios nunca se le dieron bien así que un día le dijo a su padre que cerraba los libros. Se fue a trabajar a la cocina de un restaurante, Le grand veneur en Barbizón, donde aprendió un oficio que le haría cumplir su sueño: viajar.

"Siempre me ha gustado moverme, cambiar", asegura. Ahora lleva ocho años en el pequeño local de la calle del Carmen donde se mueve con una facilidad pasmosa en una pequeña cocina a la vista de sus más de sesenta comensales que acuden a diario bajo el reclamo de que "lo que pides es lo que ves en el plato".

Para cumplir con esa comida franca es clave "un buen producto, local, de temporada" y en su base, como buen francés "las salsas y los caldos, porque es de aquí de donde salen los sabores". Añade sobre su filosofía cocinera: "No me gusta hacer dibujos en los platos; no tengo nada qué decir a lo que hacen otros cocineros, pero no sé lo que hay dentro".

Emmanuel, movido por su afán viajero, no dudó en presentarse en el hotel Le Meridien y ofrecerse como cocinero. Dos semanas después le propusieron ir a Senegal . La conocida cadena abrió mundo en destinos como el Golfo Pérsico, Cairo, Nueva York, Pukhet. "Cada hotel tenía restaurantes temáticos. Aprendí mucho en esa época. Fui el jefe más joven de la cadena", cuenta.

Decidió montar una empresa para ahumar pescado en el Golfo Pérsico pero la guerra truncó la inversión. "Diez años después volví a abrir una cadena, y este pescado estaba en cada restaurante", dice el pionero. La crisis del petroleo le devolvió a Francia con la idea de darse un descanso pero inimaginable en alguien como él. Acabó aceptando la oferta de Disneylandia que estaba planificando la apertura del parque de atracciones. "Fue una experiencia muy interesante estar al principio. Estuve cinco o seis años", apunta.

Después le ficharían los de Planet Hollywood para abrir en París y acabó siendo su chef en Europa. Conoció a sus embajadores, Schwarzenegger, Bruce Willis. "El mundo de los actores... Uf, son como niños, caprichosos", sonríe.

En su no parar, el cocinero francés acabó montando una brasserie cerca del aeropuerto Charles De Gaulle, con notable éxito. Lo vendieron. Fue un buen negocio. Mallorca regresó a su cabeza, y desde hace ocho años, la familia Clément vive aquí.

Regenta La bodeguita del centro. Sus steaks tartar y a la pimienta son los más solicitados así como la tarta tatin. Los cuadros de perros humanizados de su hermana Chantal es la única decoración de un restaurante donde comes lo que pides

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