Tres mujeres han sido asesinadas en Mallorca este año. Es el eslabón fatal a una cadena de malos tratos que deja marcadas de por vida a quien las sufre. Algunas acaban pagando con su vida esa ¿locura momentánea?, ¿rapto de pasión?, ¿trastorno de la conducta? que esgrimen los abogados defensores de los maltratadores. Palma se puso púrpura el pasado 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género, decretado por la ONU, y hubo algún acto relacionado. Hace tres meses que un bar de Palma ofrece clases gratis de defensa personal "para mujeres". ¿Salvará a alguna de ellas de seguir siendo una maltratada o de ser un número en la estadística?

Nieves Prieto, propietaria del bar Sa Taverna, dio su sí a la propuesta de Jon, "maestro de Busi Zen Budo", según reza en el pizarrón que está en la fachada de este bar. Situado en una esquina estratégica entre Arxiduc y Arquitecto Bennàssar, vivió los tiempos memorables de las tardes de lidia en la cercana plaza de toros, hoy en casi total inactividad.

"Dije que sí porque me parecía que podría ser beneficioso para las mujeres, pero Jon no enseña a dar patadas ni nada de eso; sí a protegerse o a evitar cuchilladas o robos y asaltos; además se lo pasan muy bien", cuenta la propietaria de Sa Taverna. Nacida en Vigo, desde donde llegó con experiencia en bares de copas, aquí se puso a trabajar en hostelería y montó un bar de copas "pequeñito". Ahora sobrevive a la crisis sin parar hasta donde le dejan. Un rótulo en el interior del local lo expresa claramente: "Somos música cuando nos dejan y podemos". Para hoy tiene programada música mexicana a cargo de Manuel Arias.

Al curso acuden mujeres de la zona, "de todo tipo", y también un hombre. "Lo pasan muy bien. Después de la clase, se quedan a tomar algo y las escucho reír", señala Nieves. Una de ellas le contó el otro día que "gracias al taller se salvó de un atraco y vete a saber qué mas". Ella sabe que alguna de las mujeres ha sufrido malos tratos. Quizá ahora aprendan a defenderse y eviten lo peor.

Los martes Nieves no tiene ni que desmontar el bar, y los clientes pueden entrar. No hay interrupción. "El profesor hace la clase sin necesidad de tener que emplear mucho espacio", detalla la propietaria. Eso sí, todos están cobijados bajo un techo lleno de brujas. En Sa Taverna conviven las meigas con los mortales. Los dos mundos habitan alrededor de un café o un chato de vino.

"Soy gallega y cuando ya llevaba dos años en el bar, vino una trabajadora de la Cruz Roja, también de Galicia, y me regaló dos brujitas que puse en la caja registradora. Los clientes empezaron a regalarme y así hasta hoy", cuenta Nieves Prieto. La protección de estos seres alados que viajan en escoba está asegurada. Hay más de 400 meigas.