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Proteccionismo, verdad y mentira

No todo el mundo que defiende el proteccionismo -las trabas arancelarias al comercio internacional para dificultarlo- lo hace por la misma razón ni en la misma medida. Conviene saberlo y decirlo para no desorientar al personal. La razón por la que los progresistas europeos ven con recelo los desarmes arancelarios indiscriminados es, básicamente, la existencia de un claro dumping social que perjudica a los trabajadores del Tercer Mundo, obligados a trabajar sin protección social y a cambio de salarios de hambre para que sus patronos puedan ser competitivos. De paso, salen también perjudicados los trabajadores occidentales, víctimas de una competencia desleal. En cambio, la razón por la que Trump quiere cerrar sus fronteras al comercio es para que la economía estadounidense no se vea obligada a innovar, ni a respetar las restricciones medioambientales -la descarbonización, el límite a las emisiones contaminantes-, con lo que protege a corto plazo a sus votantes, aunque ello cause a medio y largo plazo un severo perjuicio al país y a la comunidad internacional (el cambio climático nos afecta a todos).

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