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Sentido de estado

Vivimos ayer la jornada más triste de la democracia española desde la Transición, donde unos diputados autonómicos votan el inicio del Proceso Soberanista hacia la República de Cataluña. Lo más llamativo es que las elecciones del 27S arrojaron un resultado en número de votos contrario a esta Declaración que se aprueba hoy, es decir, la mayoría estaba en contra de la independencia.

Más alarmante y deplorables son las declaraciones de Forcadell realizadas el Domingo 8 de noviembre ante los medios, las cuales, en línea con su discurso inaugural como Presidenta del Parlament, desafiaba al Estado afirmando "Rajoy no se atreverá a aplicar la Ley".

A mi juicio, ha llegado el momento de invocar el "Sentido de Estado". Puedo llegar a entender que Rajoy quiera que sean los mismos límites legales, es decir, que fuera el Estado de Derecho el que impusiera los obstáculos normativos para que dicho proceso soberanista no prosperara, huyendo de cualquier medida de intervención estatal que justificara el ánimo y la voluntad independentista en Cataluña. La gran mayoría de los españoles no quiere violencia de ningún tipo y por tanto, el proceso debe cancelarse según la Ley. No obstante, una cosa es evitar la intervención estatal en un Comunidad Autónoma y otra muy distinta es olvidar la responsabilidad del "Sentido de Estado" que un Presidente del Gobierno tiene encomendada según nuestra Constitución.

A este respecto, ha llegado el momento en el que Rajoy tiene la posibilidad de invocar el "Sentido de Estado" a toda la Nación Española, esto es, no debe recaer exclusivamente en el Tribunal Constitucional toda la responsabilidad de neutralizar la Declaración de Independencia, sino que se requiere que intervenga en una alocución pública televisada en la que se defienda la unidad de los españoles, como herencia de muchos siglos que hemos compartido juntos y que, trabajando unidos, tendremos un futuro prometedor para nuestros hijos.

Vivimos tal vez la era de la historia con mayor estabilidad democrática de nuestro país. Y debemos luchar por esa paz social entre todos los españoles. Desgraciadamente, sabemos que esta jornada de hoy tiene su antecedente en aquel 06 de octubre de 1934 cuando Lluis Companys proclamó el Estado Catalán dentro de la República de Federal Española. Y todos sabemos cómo acabó. Eran otros tiempos. España y Europa han madurado, evitamos conflictos militares con consecuencias fatales porque no hay mayor poder que el de la palabra, que el de la negociación y el entendimiento. Fruto del consenso llegamos a la Constitución de 1978 y, desde entonces, España vive dentro del respeto democrático, del cumplimiento de las Leyes.

Hemos vivido otras jornadas que quisiéramos olvidar como el fallido golpe de Estado del 23F. Cuando alguien quiere perturbar y violar la democracia española, hay que saber responder con la Ley. Su Majestad el Rey Emérito Don Juan Carlos I, moderador y árbitro de los poderes de Instituciones de España, condujo con habilidad una situación extrema para salvaguardar la estabilidad de la joven democracia española.

Vivimos tiempos agitados nuevamente, y tal vez, sería recomendable que Su Majestad el Rey Felipe VI, como nuevo Jefe del Estado y símbolo de la unidad y permanencia de todos los españoles, asumiera un rol de arbitraje que desembocara en una mayor estabilidad democrática para España. Es el momento de superar nuestras diferencias y estar más unidos que nunca. El mundo observa y la inestabilidad política provoca desinversión extranjera en nuestra economía. La monarquía también anda necesitada de esa aprobación popular después de los vaivenes de estos últimos años. Tal vez tenga Felipe VI ante sí, su propio 23F. Es su oportunidad.

Por otro lado, el "Sentido de Estado" no significa que la Constitución de 1978 no tenga que ser revisada. Todo debe actualizarse a medida que van pasando los años porque las necesidades de España son distintas en cada época. Es evidente que existe esta demanda social. Sin embargo, dicha modificación siempre tiene que ir dentro de un contexto de cordialidad y entendimiento, como en todas las Familias. Siempre puede haber momentos de tensión, pero hemos de mirar por el futuro que nos une y por lo que somos capaces de hacer juntos, como españoles de corazón.

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