os son los libros de poesía española contemporánea que debería conocer a fondo cualquier bachiller en el momento de entrar en la universidad: Espacio, de Juan Ramón Jiménez y Desolación de la quimera, de Luis Cernuda. No duden que nuestro país funcionaría „o habría funcionado„ mucho mejor de lo que lo hace o ha hecho. Tanto en su vertiente metafísica „por Espacio„ como en su lado más humano y fatal „por Desolación de la quimera„. Casi afirmaría que incluso en términos económicos funcionaría mejor; ya no digamos políticamente. Pero sigamos, no vayan a apedrearnos. En el apartado de poesía catalana -continúo en el siglo XX y sin abandonar las dos tendencias mencionadas-, a la primera correspondería Les elegies de Bierville, de Riba y a la segunda, Teoria dels cossos, de Gabriel Ferrater. ¿Y Mallorca?: el libro elegido sería Imitació del foc, de Rosselló-Pòrcel, que aúna ambas vertientes, aunque sea en tono algo menor al compararlo con los otros. De ser así „con este programa de cinco lecturas poéticas insoslayables y son pocas„, quiero creer que todo sería también mucho más civilizado y se haría menos caso a jenízaros y mamelucos. Quiero creer. Nadie abandonaría un artículo que trate de poesía y vida; nadie podría decir ´a mí la poesía, no...´ Pero volvamos a Cernuda que fue víctima de su lado jenízaro consigo mismo y del lado mameluco de los demás.

Juan Ramón Jiménez „maestro y guía de la Generación del 27„ lo tenía por el mejor poeta de todos ellos, compartiendo podio con Aleixandre. Al margen de que se equivocara o no „algunos se decantan por Guillén y otros por Salinas„, eso es malo „tanto lo de compartir podio como que el maestro vaya diciendo que eres el mejor„ y ya se ocuparon los otros de patear ese podio, aprovechando que estaba lejos y que no se dedicaba a conspirar en busca de poder, ni literario, ni universitario: la conspiración de Cernuda fue siempre contra sí mismo.

También se ocuparon „el 27 fue una gran oficina de autopropaganda y un nido de hormigas carnívoras„ de mermar a Juan Ramón por todos los flancos. Los tutelados suelen ser así de agradecidos con sus antiguos tutores. Pero si consideramos la poesía anglosajona como la mejor del siglo XX „yo, al menos, así la considero„ el Juan Ramón Jiménez de Espacio -de Espacio, repito-correspondería al Eliot de los Cuatro Cuartetos „y no exagero: nobeles ambos, aunque en el resto de obra sea mucho mejor Eliot que Juan Ramón„ del mismo modo que el Cernuda de Desolación de la quimera, correspondería al W.H. Auden de Gracias, niebla. Esto no lo dice nadie „igual a partir de ahora voy leyéndolo por ahí„, pero es así.

Si mal no recuerdo, fue Juan Goytisolo allá por los setenta quien en su recuperación de José María Blanco-White, relacionó a Cernuda en alguna entrevista con la adopción anglófila como antídoto de la España ingrata. Sea o no así, en el modo de utilizar y arquear el lenguaje, Cernuda britaniza la poesía española del siglo XX. De esta manera, introduciendo modos ingleses en la sintaxis castellana y ensanchando el punto de mira a través de la influencia de la mejor lírica anglosajona, se convertiría en más Cernuda que nunca. Mucho más que en sus primeros libros, tan andaluces. ´Cultiva lo que más te critican, porque eso eres tú´, repetiría durante toda su vida y nunca bajó la guardia. Desde entonces su poética ha impregnado a los mejores, en esa línea que descubrió Juan Ramón. Sólo citaré tres casos, pues son innumerables.

Compañeros más jóvenes de generación como Gil-Albert. La más brillante poesía de la Generación del 50 -sin ir más lejos, Pandémica y Celeste, el famoso poema de Gil de Biedma, debe tanto a John Donne como a Luis Cernuda (esto, que tampoco lo dice nadie, igual a partir de ahora voy oyéndolo por ahí). Y los Novísimos „cuya mejor estética ya se configura en el poema cernudiano Luis de Baviera escucha Lohengrin„. Algo parecido ocurre en prosa: desde Juan Benet a Javier Marías, pasando por el Juan Goytisolo de Reivindicación del conde don Julián, la presencia de Cernuda es más sutil que la de Faulkner, por ejemplo, pero también es seminal. En sus ensayos literarios se encierra la más lúcida inteligencia crítica de su tiempo y también de los que le han seguido: vida y literatura en estado puro, y no ese dejarse llevar por las corrientes o el canon de la ortodoxia del propio tiempo, tan visible en épocas de decadencia.

Este mes hace cincuenta años que murió y este año se cumplieron ciento uno de su nacimiento. Sospecho que de volver a visitarnos y observar en la que nos encontramos, recitaría ´A sus paisanos´ con el mismo convencimiento. El de pensar que su mejor herencia „Desolación de la quimera„ nos ha servido de muy poco.