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Análisis

Niños de primera y niños de segunda

La generalización del trabajo de las mujeres fuera de casa ha hecho que la crianza de los hijos, que la sociedad del siglo pasado consideraba una tarea casi de exclusiva responsabilidad de una de las dos partes de la pareja, haya pasado de las madres o los abuelos a las guarderías o escuelas infantiles y ahora a lo que en algunos sitios se llaman ´madres de día´, mujeres que toman excedencias, más o menos largas, para cuidar de sus hijos en sus primeros años, o que se organizan con otras madres para apoyarse y turnarse en el cuidado de los niños. Los defensores de esta idea aseguran que, aunque las guarderías y escuelas infantiles han evolucionado y mejorado muchísimo, el ratio de educadoras por niño sigue haciendo materialmente imposible que los niños reciban la cantidad y calidad de atención que necesitan, y que establezcan un vínculo afectivo con la persona que les cuida.

Hay un común acuerdo en la importancia de la educación de los niños en las primeras etapas de su vida, cuando son como ´esponjas´ que absorben todo. Afortunadamente, las guarderías de hace lustros, que eran apenas lugares en los que se dejaba aparcado al niño mientras no se le podía cuidar, han dado paso a centros en los que, con especialistas formados y preparados, se da una labor educativa, normalmente canalizada a través de actividades lúdicas, que potencian el desarrollo del infante. La generalización de este tipo de educación, gratuita e igualitaria, debería ser el objetivo, aunque uno entiende que puedan haber alternativas como estas guarderías caseras que ahora están a debate. Lo que no puede ser es que no haya ningún tipo de regulación, ni unos mínimos fundamentos pedagógicos o de seguridad a cumplir por el bien de los niños. En los países en que está más generalizada la idea, los requisitos están claramente fijados, y en algunos casos los padres que optan por ello cuentan con ayudas. No hacerlo es crear niños de primera y de segunda.

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