Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Carmelo Angulo: "Graves microconflictos y grandes tensiones: el panorama mundial actual es terrorífico"

Angulo visitó Mallorca para encontrarse con representantes políticos y de cadenas hoteleras como Meliá, Riu o Iberostar, que colaboran con UNICEF en temas como la lucha contra el turismo sexual

Carmelo Angulo (Bilbao, 1974) en la sede de Diario de Mallorca. m.mielniezuk

¿En nuestro país la infancia es una prioridad de los partidos?

Nunca lo ha sido, desde la Transición. Ahora pedimos un Pacto por la Infancia y la suerte es que ningún partido puede echarle nada en cara al otro. Antes de la crisis las políticas eran bastante progresistas, pero la crisis desnudó el problema real. En los tiempos de bonanza la pobreza infantil ya estaba en el 24% y en los últimos años se ha situado entre el 27 y el 30%. Nadie se preocupó de la infancia porque se asumió que el Estado y las familias , con los programas ya existentes, podían hacerse cargo. Las principales víctimas de la crisis han sido los niños. Gracias al Pacto de Toledo los mayores pudieron mantener sus ingresos, aunque congelados, mientras el presupuesto en infancia y familia caía.

Hoy, hablando de exclusión en términos europeos, tenemos 3,4 millones de niños en riesgo de exclusión social; casi un 35% de los niños de las islas. No es la pobreza de Mali, pero sí que la gente se ha tenido que hacinar, comer peor, cambiar de casa, dejar el comedor escolar... Ha habido un deterioro y una discriminación en la escuela que antes no era tan visible. La crisis ha desnudado la realidad y necesitamos políticas públicas.

¿Y hay predisposición?

Hay voluntad de recuperar los niveles de antes de la crisis, pero hay que instalar políticas públicas pro-infancia. En 14 comunidades, incluida Balears, hay firmado un pacto autonómico por la infancia, pero aspiramos a uno a nivel nacional, que iría ligado al pacto educativo, porque la educación es el pilar fundamental de los derechos de los niños. Creo que vamos bien.

¿Qué repercusiones tendrá esta discriminación cuando estos niños sean adultos?

No cabe duda de que veremos las consecuencias de una generación peor nutrida, con una educación de peor calidad, con tensiones emocionales y en el hogar por los problemas de las familias; con un 20% de 'ninis'; un 40% de desempleo juvenil... Una generación castigada, con poca autoestima.

¿Descuidar la infancia es tener una visión cortoplacista?

En otros países europeos, como Inglaterra o los países nórdicos, mantuvieron las políticas de infancia al 100% durante la crisis, mientras aquí hubo un deterioro muy fuerte. En Europa hay 17 países con una dotación mensual para las familias por cada hijo nacido para asumir el material escolar, el comedor... Debería ser un derecho universal.

¿Europa ha fallado a los más de 10.000 niños refugiados desaparecidos?

Se perdieron de los controles fronterizos iniciales: o se quedaron en sus países; o fueron adoptados;o captados por las mafias. Una cifra muy fuerte que se suma a los mil niños que cada año mueren en las travesías. Del millón trescientas mil personas que llegaron a Europa en 2015, 400.000 eran menores y muchos entraron no acompañados. Niños solos a los que el Estado debe ofrecer, lo recoge la Convención de los Derechos del Niños, una protección especial. Pero a veces no se respeta.

No todos los países están actuando de la misma manera con los refugiados: yo me quito el sombrero con Alemania, que recibió a 700.000 euros en un año, o con Italia, que recibió a 150.000. Nosotros apenas llegamos a los 2.000. Quizás aquí ha faltado decisión para cumplir con el cupo asignado de 17.000 y falta de dispositivos para hacerlo, pero es cierto que muchos no quieren venir, creen que van a tener mejor vida en el norte.

Hay quien rechaza donar a las grandes ONG alegando que la mayoría del dinero se va en mantener las estructuras y no llega a la gente que necesita la ayuda.

Quien no tiene una instalación en el país tiene que enviar las medicinas o los alimentos y tiene que contratar aviones o técnicos. Pero nosotros estamos instalados en casi todos los países y nuestra capacidad de reacción es inmediata. En Nepal hace 50 años que estamos y tenemos cinco oficinas: cuando hubo el terremoto a los diez minutos ya estábamos en la calle atendiendo. Estar allí tiene un coste logístico, pero vale la pena. Ese coste nunca supera el 20%.

¿Cómo se ve el actual panorama internacional con los ojos de un diplomático?

En la época de la hipertransparencia detectamos muchos focos de problemas en muchas partes con más claridad que antes. Hay conflictos larvados, microtensiones enormes y casi crónicas, como Níger, Sudán, Oriente Medio... Tenemos también el problema de la vulnerabilidad, con 550 millones de niños viviendo en zonas que se inundan, de guerra...

Es un mundo de microconflictos muy graves que visto en su conjunto dan un panorama terrorífico. También hay tensiones grandes, como la de Oriente Medio o la de Corea del Norte, o ciertos líderes que no se corresponden al mundo de los derechos humanos y el progreso social.

Y luego hay las incoherencias de las políticas exteriores, cuando uno mira para otro lado cuando interesa aunque en ese país pasen cosas muy graves con los derechos humanos. Hoy día es muy difícil buscar soluciones globales para problemas de tan distinta envergadura.

La política tiene que ser muy flexible, mezclando política pura con política de desarrollo, humanitaria... Los problemas están muy segmentados y requieren soluciones diferentes, pero coordinadas.

¿Qué es lo que más le ha impresionado en sus años por el mundo?

He visto cosas que afectan a aspectos muy básicos de los derechos humanos, pero lo que más me ha impresionado es la vulnerabilidad socionatural. Viví por ejemplo el huracán Mitch en Nicaragua. En muchos países, además de los problemas sociales y políticos, están amenazados constantemente por fenómenos naturales: ¿Qué posibilidades de una vida digna tienen? Son circuitos intergeneracionales de vulnerabilidad. Ante eso: prevención, educación, dotar a las comunidades de recursos para defender sus derechos... La amenaza socionatural, con el cambio climático, es la más fuerte. Y lo vemos incluso en países con enorme capacidad de previsión, como EEUU.

¿Conoció y trabajó junto al Papa Francisco, cuando era presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, ¿qué recuerda de la experiencia?

Yo era representante de la ONU en Argentina cuando la crisis del corralito. La ONU y la Iglesia Católica propusimos un diálogo nacional. El Papa Francisco estaba entonces al frente de la Conferencia Episcopal y nos encontramos y hablamos para ayudar a Cáritas, y conseguimos parar aquella marea terrible, que creó muchos muertos, la pérdida de depósitos de casi tres millones de argentino...

Fue de las experiencias diplomáticas más difíciles que he vivido, pero también de las más bonitas. Hicimos un plan social de choque, que permitió, a través de una tarjeta de débito, que tres millones de personas pudieran comprar alimentos.

Volvió a Argentina como embajador y le tocó vivir un momento complicado, cuando el Gobierno de Kirchner nacionalizaba empresas españolas.

Un momento muy duro. Las empresas tenían sus contrato para subir las tarifas y adecuar sus costes y todo se paró, hubo una negociación muy dura: algunas se fueron, otras fueron nacionalizadas, como Aguas de Barcelona; toda la situación con Repsol... Fue mi momento profesional más duro.

¿Con Cataluña aún hay tiempo para la diplomacia?

La diplomacia, el dialogar, es el recurso más necesario siempre, y lo es hasta el último minuto. Pero las dos partes han de querer hablar y hacer un esfuerzo, ponerse en los zapatos del otro. Y eso es difícil. Quizás tendríamos que haber empezado hace dos o tres años. Ojalá el diálogo aún pueda abrirse camino, pero ahora lo veo muy complejo.

Compartir el artículo

stats