Los alumnos de alta cocina de la Escuela de Hostelería celebraron ayer su sexto taller solidario en el que elaboran recetas hipercalóricas para que las familias con pacientes con fibrosis quística puedan sorprender a sus hijos con un cambio de menú que contenga más grasas y más proteínas y, al mismo tiempo, resulte más saludable para su patología.

Así, lo explicó ayer Paz Arizti, vocal de la Asociación Balear de Fibrosis Quística que, en colaboración con el Colegio de Fisioterapeutas, creó la Fundación Respiralia organizadora del taller culinario y de la conocida vuelta a nado a Formentera que se realiza cada año el primer fin de semana del mes de julio y que este verano alcanzará su 18 edición.

"Entre el 85% y el 90% de los afectados por esta enfermedad desarrollan una insuficiencia pancreática y precisan de más calorías para completar su nutrición ya que el espeso moco que acompaña a este mal bloquea la salida de las enzimas que ayudan a la digestión. Por eso sus dietas deben contar con más grasas saludables y más proteínas", explica Arizti.

Así, los alumnos del curso de alta cocina de la Escuela de Hostelería elaboraron ayer para las familias de estos enfermos dos primeros platos, dos segundos y dos postres hipercalóricos que podrán adaptar a los menús diarios que ofrecen a sus allegados.

"Se trata de completar una receta habitual de manera que no sea más abundante, pero sí más calórica. Por ejemplo, enriquecer una típica crema de veduras con un buen chorretón de aceite de oliva o unos frutos secos. Les hemos pedido que nos enseñen a hacer pan con harinas integrales o con trigo sarraceno porque si bien estos enfermos pueden comer prácticamente de todo, también queremos ofrecerles unas comidas más saludables, aparte de con más calorías", añade la vocal de la Asociación.

En Balears hay en la actualidad 58 pacientes diagnosticados de fibrosis quística desde que en el año 2000 se extendiera la prueba del talón a los recién nacidos que determina con precisión la existencia de este mal genético. Sí reclama Arizti al IB-Salut que sufrague los carísimos fármacos personalizados que frenan la progresión de la mutación 508 Delta, la más habitual en estos pacientes cuya supervivencia no supera los cuarenta años.