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Cronología

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El origen: un imperio familiar nacido del genio de Miquel Fluxà

Lorenzo Fluxà, padre de Miquel Fluxà, compró Viajes Iberia en 1956. Era una apuesta por diversificar el negocio de una familia industrial ligada al calzado. Miquel Fluxà transformó esa idea en un imperio, convirtiéndose en uno de los empresarios más admirados de los noventa, cuando Viajes Iberia se convirtió en el mayor holding turístico español. En 2006, Fluxà se quedó los hoteles Iberostar y vendió el resto por 848 millones de euros a Carlyle y compañía. En su entorno cuentan que Fluxà aún lamenta el comprador, que no tanto la multimillonaria vena.

Expansión y quiebra: el gigante crece y se asfixia por la falta de pulmón financiero

Fluxà dejó el control de su grupo en manos de Carlyle, el segundo mayor fondo de capital riesgo del mundo, que en el proyecto puso más riesgo que capital: de los 848 millones de la compra solo 150 salieron de las cuentas del fondo fundado por David Rubenstein, magnate y filántropo que entre sus socios y consejeros cuenta a los dos presidentes Bush, a la familia Bin Laden o el exprimer ministro británico John Major. En la operación se asoció con la familia Botín y su fondo Vista Capital. Completó la compra el fondo británico ITC. Entre los tres sumaron 250 millones. El resto fueron créditos para pagar a Fluxà otros 600 millones. Esa losa hundió una operación especulativa pensada para comprar, ganar rápido volumen y vender después con plusvalía. La crisis y las malas decisiones de Duato acabaron de hundir a la mayor empresa turística de Mallorca.

El reparto final: Barceló y Globalia hacen presa en los restos del imperio

Casi todas las grandes sagas del turismo mallorquín sacaron tajada del festín en el que se convirtió la quiebra de Orizonia. El que más ganó fue Fluxà, claro, que se embolsó 848 millones por Viajes Iberia y hoy ha recuperado esa marca tras pagar 550.000 euros en la subasta de liquidación de Orizonia. También hizo presa Simón Pedro Barceló, que empezó ofreciendo 60 millones y la asunción de parte de la deuda de Orizonia y, tras ser rechazado, acabó comprando por muchísimos menos una red de 157 agencias de viaje y una aerolínea, Orbest, rescatando por el camino a 1.040 trabajadores. Hidalgo y Globalia, rechazada su oferta por el grupo por Defensa de la Competencia, se han llevado por 13 millones una cadena hotelera que los administradores concursales valoran en 28 millones.

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