La Universitat celebró ayer su inauguración del curso académico en un ambiente de tranquilidad muy diferente al de los últimos años. Apenas medio centenar de estudiantes abuchearon a los invitados del PP según iban llegando, pero se quedaron con las ganas de amonestar a la consellera de Educación, ya que Joana Maria Camps prefirió presidir una mesa sectorial con los sindicatos en vez de asistir a la ceremonia de la máxima institución educativa del archipiélago. Acudió en su lugar el director general Miguel Deyá, quien coincidió con el rector Huguet en reivindicar la necesidad de implantar los estudios de Medicina en el archipiélago.

"La consellera solo viene a inaugurar edificios", lamentó Miguel Ramos, miembro del Consell d´Estudiants y de la asociación Idees, que ayer se concentró frente al edificio de Son Lledó para protestar contra la subida de tasas y el cambio de los exámenes de recuperación de septiembre a julio: "Es un despropósito, no viene a dar la cara", apuntó el joven.

Aparte de los gritos y los pitidos que recibieron las diputadas ´populares´ Mabel Cabrer, Aina Aguiló y Margalida Prohens, así como la presidenta del Parlament, Margalida Duran, y la del Consell, Maria Salom, el acto de ayer transcurrió sin salirse del guión establecido (togas, birretes y Gaudeamus Igitur incluido) Estuvieron presentes Francina Armengol, del PSIB-PSOE, y Biel Barceló, de Més, entre otros políticos, además de representantes varios del sector empresarial, cultural y militar.

El secretario general Pedro Grimalt inició los parlamentos con la memoria del curso anterior y aprovechó para defender la preparación de los docentes que se forman en la UIB así como el nivel de los estudiantes: "Son responsables, críticos... piensan", aseguró el doctor, quien recordó, una vez más, que la UIB "es la máxima autoridad" en cuestiones lingüísticas.

La lección magistral corrió a cargo del profesor de Psiquiatría e investigador del IUNICS, el doctor Miquel Roca, quien bajó el título Anatomía de la melancolía disertó sobre este sentimiento tan poético como médico. Roca alertó de la mayor gravedad que revisten las depresiones melancólicas y para evitar que la tristeza se adueñase del público, subrayó que la buena noticia es que la investigación avanza en la mejora de la prevención y los tratamientos.

Deyá se puso tras el atril a continuación y recordó que el Govern ha contribuido a aliviar la situación económica de la UIB con los 100 millones de euros del plan de proveedores, una bomba de oxígeno que Llorenç Huguet, reconoció y agradeció. "Ya no sentimos el aliento en el cuello, esas dudas de cómo llegaremos a final de mes", apuntó el rector, que de todas formas pidió al director general que la transferencia nominativa por estudiante (que ahora roza los 900 euros) vuelva a los niveles de 2009: "No era exuberante, pero al menos llegaba a la media española".

A pesar de esta casi tradicional solicitud de aumento de presupuesto, Deyá y Huguet mantuvieron discursos en bastante sintonía. Y la necesidad de implantar Medicina fue el ejemplo más claro. Para el representante del Govern la cuestión es "primordial" y "los motivos económicos no han de impedirlo". Y mientras llega ese momento es importante, señaló, mantener "el ecosistema" de los grupos de investigación sanitaria.

Huguet recordó que el Parlament aprobó implantar estos estudios con lo que él entiende que "es toda la sociedad la que quiere Medicina, no es una manía de este equipo rectoral". Indicó que Son Espases se construyó pensando en que habría estos estudios "y ahora hay una parte vacía", con lo que considera que puede haberse producido "una inversión de fondos públicos no bien dirigidos".

Ambos también se expresaron en una línea similar ante la opción planteada por el ministerio de Educación de cambiar la duración de los grados de cuatro años a tres, que se complementarían con dos de máster, siguiendo así el ejemplo de otros países europeos que en el marco del Plan Bolonia eligieron este formato. Señalaron que lo lógico es que este posible cambio se haga de forma coordinada y homogénea con las universidades del entorno, ya que si no sería "un lío" y el sistema universitario "dejaría de ser un sistema".