Josep Ramon Bauçà es más nocivo para la imagen de Balears que Borat para Kazajastán. En solo una semana, el president ha traicionado en dos ocasiones a la ciudadanía que sufraga su farmacia. En la convención del PP volvió a predicar, a dúo con el tóxico Wert, que lidera una comunidad de fracasados escolares a la cola de Europa. Item más, autorizó al ministro de Energía a que pringara de petróleo las playas, porque los indígenas eran demasiado ignorantes para protestar. No contó con la ira de las intelectuales oriundas Kate Moss, Jade Jagger o Paris Hilton.

Al farmacéutico que siempre ataca por detrás le han pagado con la misma moneda. En una puñalada sin precedentes entre compañeros de partido, el ministro José Manuel Soria desvelaba la conversación privada en que Bauçà acataba los sondeos petrolíferos. Bienvenido a las grandes ligas, pueblerino madrileño. La trastienda de la acometida ministerial reside en las ansias del presidente de Balears por suceder en el ministerio al devaluado titular de Industria, Energía y Turismo.

No se recuerda nada igual desde el ascenso de las clases medias al subproletariado, gentileza de Rajoy. El apuñalamiento radiofónico de Bauçà era un primer aviso, el todavía ministro se reservaba la baza de detallar la conversación íntegra con el farmacéutico dúplice. Como siempre, tenemos las fotos. Nuestra ilustración de hoy fue captada en la reciente edición de Fitur. El ceñudo Soria observa la solicitud del farmacéutico que pretende robarle la cartera hacia los Príncipes, a quienes seguramente explica que preside una comunidad de nulidades, su único discurso allá donde va. A propósito, olviden la tentación del espín, un abrazo de Vergara entre Soria y Bauçà solo acentuaría la mutua hipocresía entre cesante y aspirante.

Encargar la promoción de Balears a Bauçà equivale a colocar a Urdangarin en el Tribunal de Cuentas. Cobrando, claro. El farmacéutico se pasea por el mundo presumiendo de que gobierna a un rebaño de ignorantes, mientras acaricia su sueño grandioso de una Mallorca sin mallorquines, que pueda ser repoblada por sus compatriotas madrileños. El PP le endosó la broma pesada de colocarlo junto al ministro peor valorado de la historia de España. Ni por ésas, Bauçà culpaba a los alumnos de Balears de ser más incultos que Wert.

Le llamaremos Josep Ramon Bazuka, por sus efectos colaterales. Siempre imbuidos del ánimo pedagógico, le adjuntamos un sucinto vademécum de mallorquines que han triunfado en el mundo de la cultura sin necesidad de TIL. A la académica Carme Riera ha empezado a escucharla, a falta de leerla. Cuando se separó Antònia Font, fueron foto de portada en La Vanguardia y El Periódico, mientras El País los proclamaba la banda más importante de la historia. Agustí Villaronga recibió el goya de hoy por una película en catalán, doble hazaña. Miquel Barceló es el único pintor español cotizado internacionalmente, y un tal Joan Mascaró enseñaba inglés a los ingleses en Cambridge, además de introducir a los Beatles en el hinduismo. En fin, incluso Bauçà puede identificar sin mayores precisiones a Miró y Cela.

Me encontraba en una de esas fiestas a las que asiste gente que no ha visto las cinco temporadas de The wire, y una invitada con exceso de carmín me cuenta la última purga de Bauçà y su Menut. Un alto funcionario del Govern fue contactado por el personaje del Consell Consultiu que ustedes pueden imaginar. Apeló a su veteranía para rogarle que introdujera un átomo de cordura en la segunda ley de Símbolos o Chirimbolos, el decreto represivo recetado por el farmacéutico a sus súbditos. De esta manera el Govern se evitaría un revolcón del órgano asesor. El jurista fue represaliado de inmediato, con la bandera única no se juega. También aquí disponemos de una terapia, en labios de Vicens Vives en su indispensable Notícia viva de Catalunya. "La ironía anula la gangrena del fanatismo", aunque por desgracia es estéril con un farmacéutico incapaz de pensar en dos cosas a la vez.

La vanidad me impide desligar nuestra noticia de la llegada del doctor Juan José Bestard al hospital La Paz de Madrid con la dimisión al día siguiente del consejero madrileño de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty. Ambos acontecimientos se sellaron con la bendición del PP. El primer hombre fuerte sanitario de Bauçà tiene efectos fulminantes. El tercero o cuarto de la lista, Martí Sansaloni deberá explicar, y no a la gallega, por qué coloca en cargos clave a médicos cuya salida de un hospital fue celebrada por sus empleados con fiestas en las que corrió el xoriguer, después de peticiones unánimes de destitución. El benjamín del Govern despide a gritos, todo se pega. Piensa como el gran Tony Soprano que "una mala decisión es preferible a una indecisión".

Por cierto, me pierdo en una de esas fiestas en las que nadie recuerda ni una frase de Tony Soprano -"¿para qué sirve una pistola descargada?"- pero donde todos comentan que Patricia Conde se ha separado de un mallorquín, porque de Mallorca no hay forma humana de hacerlo. Recuerden dónde leyeron antes que Carlos Moyá, Carolina Cerezuela y la televisiva ahora desvinculada iban a vivir a escasos metros en la misma calle de Son Vida, pues ambas parejas se construían allí espléndidos chalés. No presumiremos de haber resuelto un problema inmobiliario, pero casi puedo escuchar los suspiros aliviados del mayor seductor del tenis mundial.

Reflexión dominical percusionista: "Para dar en el clavo, hay que usar un martillo".