Gerard Adrover es uno de los dos profesores de ruso con que cuenta la Escuela Oficial de idiomas de Palma y está viendo como cerca de 800 personas pretenden cursar unos estudios para los que hay unas 70 plazas, aunque se está negociando con la conselleria de Educación la posibilidad de ampliar esta plantilla con un tercer docente.

„¿Qué está pasando con el idioma ruso para que se esté registrando semejante incremento en las personas que quieren aprenderlo?

„En el curso 2011-2012 pasamos de unas 100 peticiones a más de 300, y para el próximo ya estamos por encima de las 700. Y ello pese a que Balears ha llegado un poco tarde, porque hay otras zonas que se han adaptado antes al mercado ruso. Supongo que hay interés porque se trata de un turista con un nivel de gasto muy alto, y que está evolucionando al alza. Lo que gasta un visitante ruso puede multiplicar por diez el desembolso de un británico.

„Es decir, en torno al cliente ruso se han generado unas altas expectativas laborales.

„En Mallorca hay un problema con el personal de habla rusa, porque no hay suficiente, y muchas empresas turísticas se ven obligadas a traer trabajadores desde allí. Preparar a un mallorquín que quiera tener un nivel de ruso suficiente necesita su tiempo. No se arregla con un curso de 100 horas. Para poder atender mínimamente a un turista se necesitan unos dos años. Si se quiere tener un nivel fuerte, como para poder venderle un inmueble, ya hace falta más tiempo. En la Escuela de Idiomas estamos ofreciendo cuatro horas y media a la semana, y eso es poco. Yo siempre le digo a mis alumnos que de su parte tienen que poner muchísimo trabajo y metódico. Es un idioma muy alejado de nuestras estructuras lingüísticas y necesita que se pongan los fundamentos muy bien puestos, y para eso hace falta paciencia e ir poco a poco.

„¿La gente llega con demasiadas expectativas a las clases de ruso?

„Hay varios tipos de alumnos. Hay quién llega despistado pensando que se puede aprender ruso como se aprende inglés y luego se da cuenta de que no es así. Este alumno no dura mucho. Luego están los que llegan desde el sector de la hostelería o de servicios aeroportuarios que quiere alcanzar un nivel medio para atender bien al cliente, y esta gente es más o menos fiel. Y luego hay personas que están muy volcadas con el ruso y son los que llegan hasta donde quieran. Se da un fenómeno curioso, y es que si bien en los primeros cursos hay mucha gente que lo deja, una vez se llega a los cursos intermedios el nivel de abandono pasa a ser bajísimo. Pasa lo mismo con el chino o con el árabe, son idiomas muy ajenos a nuestra cultura y cuesta poner las bases. Por eso los primeros años es necesario ser pacientes. Pero luego las satisfacciones son muy grandes y los resultados sorprendentes.

„El interés empresarial en torno a este cliente es enorme. ¿La imagen de gastadores y exigentes es real?.

„Hay varios tipos de turista ruso. Viene una clase media normal que ha estado ahorrando para poder comprar en occidente porque aquí la calidad es algo mejor y los precios son más baratos que en su país. Y luego está el cliente de alto nivel, que es muy exigente y en principio bastante desconfiado. Hay que conocer un poco la mentalidad rusa para tratarle. Casi todos los rusos tienen esa desconfianza inicial y por eso decimos que son fríos, pero es por la barrera idiomática. Si ven que te puedes comunicar con ellos, esto desaparece y son gente muy cordial y muy cálida.

„¿Qué busca el ruso cuando viene a Mallorca?

„Viene a descansar, y sería conveniente potenciar mucho el turismo familiar. Y vienen al sur buscando vitaminas, por eso recomendaría a los que tienen restaurantes que pongan sobre la mesa limones y naranjas, porque incluso se hacen fotos junto a los limoneros. Y buscan sol. Para ellos, Mallorca es el mar. Por eso, en las inmobiliarias exigen casas con vistas al mar, y lo mismo cuando solicitan una habitación en un hotel. Quieren estar lo más cerca posible de la playa. Además, comienzan a llegar grupos de jóvenes que son muy curiosos, preguntan, buscan, alquilan coches... y gastan. Todos gastan mucho, pero por diferentes motivos. No hay que olvidar que cualquier producto occidental, solo por pasar la frontera rusa, aumenta su precio entre un 15% y un 20%. Por eso vienen aquí y compran más barato. Y todos compran.

„¿Y ese alto nivel de exigencia que se les achaca?

„Los rusos que vienen con dinero se han paseado previamente por todo el mundo y comparan. Saben lo que hay en París, en Berlín, en Barcelona. Se conocen las marcas, los restaurantes y los hoteles. Comparan, y exigen. Y aunque tienen dinero, gastarán si el servicio que reciben les gusta. Si están satisfechos, dejan propinas muy altas. Ellos dicen que tienen el alma muy amplia. Pero si no es así, no soltarán ni un euro. Ahí está el juego. Comparan constantemente.

„Un promotor inmobiliario comentaba que a un ruso no le interesa una casa en el interior de la isla, sino que la quieren en primera línea y a la vista de todo el mundo porque les gusta la ostentación.

„Sí hay una parte a la que le gusta eso. Les encanta sorprender a sus amistades. Esa ostentación no va tanto dirigida a todo el mundo como a su circulo más intimo.

„El Govern dice que debemos apostar por este mercado. ¿Lo estamos haciendo bien?

„Se puede fidelizar al ruso. Debemos reforzar el turismo familiar y la oferta cultural que pueda ser interesante para este tipo de cliente, porque hay que ofrecer algo más que playa.

„Para tratarlos bien hay que conocer su idioma. Se dan clases en el Soib, en la Escuela de Turismo, en la de Idiomas... ¿Hay oferta formativa de ruso suficiente en las islas?

„Hay que seguir aumentándola, pero sin prisas. Porque no cualquiera puede dar clases de ruso. La formación que se ofrece tiene que ser de calidad

„Ahora hay dos profesores en la escuela Oficial de Idiomas. ¿Cuántos más debería de haber?

„Soy partidario de aumentar la plantilla y de potenciar el ruso, pero como el resto de idiomas. Sé que la Administración de la Escuela está haciendo esfuerzos en este sentido y hay gente en la conselleria de Educación que nos está apoyando. Pero estamos en crisis.