En un país en el que comentar a toro pasado tiene más tradición que los toros, se veía venir. En el currículum de Urdangarin había tantos indicios de problemas como negocios susceptibles de levantar sospecha. Y había muchos negocios. En el duque se quiebra un precepto real que Juan Carlos I ha convertido en 36 años de reinado en divisa de su casa: empleos, sí; negocios, no. Los miembros de la Familia Real pueden trabajar, pero montar empresas es harina de otro costal. Los negocios son una constante amenaza de lío. De polvos de refranero que generan lodos, y vientos sembrados que acaban como tempestades.

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