– ¿Aquí en Balears quedan muchos casos por salir a la luz?

– No saldrán nunca. La Iglesia ha cometido el crimen de culpabilizar a las víctimas, de hacer que se avergüencen los abusados. La gente lo sufre, pero no quiere hablar. Piensa, y esto es muy cruel, que la Santa Sede sacó una norma que decía que si denunciabas estos hechos te excomulgarían. Es lo que me dijeron a mí cuando fui a denunciar y me hicieron prometer que no lo contaría nunca, porque si lo hacía me excomulgarían.

– ¿El Papa intenta hacer un lavado de cara?

– Es que si el pozo negro explota tienes que hacer limpieza en toda la casa. Mira el último gran escándalo, el de los Legionarios de Cristo. El fundador era el confidente del Papa, el que manejaba a los cardenales... ¡ y era un abusador! Aquí en Balears ahora no sé si hay muchos casos, pero en mis tiempos en La Salle y en Los Franciscanos eran muy frecuentes.

– ¿Por qué pasa esto?

– No digo que el celibato tenga la culpa, pero hay una cosa muy significativa. De las iglesias cristinas, la única que tiene este problema tan acentuado es la católica que es la única que tiene el celibato. Si el cura pudiese tener una sexualidad normal, no reprimida, una vida familiar, un cauce para su afectividad esto pasaría menos. De mí abuso un fraile, pero quien me violó fue el Seminario. Me violaron el alma. Crearte un complejo de culpabilidad es matarte para toda la vida. Te dicen que eres un demonio y te rompen la vida. Lo único que hicieron cuando lo hice público fue echarme de la asociación de antiguos alumnos. El problema es que yo he dado el nombre de quién abusó de mí, porque creo que hay que darlo, y resulta que el vicario general que se encarga del dinero era sobrino suyo. Él tendría que haber venido a preguntarme: ´¿Qué pasó Jaume? Me sabe mal´. Lo mínimo que pueden hacer es pedir perdón, aunque sea luego.