No es lo mismo adelantar un euro de tu bolsillo a la espera de que te lo paguen que adelantar 2.000 euros. Lógica pura. Por ello, las recetas de los tratamientos más costosos pueden hacer temblar a más de una farmacia, que deben asumir ese coste mientras esperan a que el Ib-Salut les pague lo que les debe. Y sí, hay recetas que superan e incluso doblan el millar de euros.

Así lo explica una veterana farmacéutica de Palma. "Ayer mismo [por el jueves] me llegó una receta para un medicamento de 2.000 euros, un tratamiento para el cáncer", explicaba, "es muy duro, pero por conciencia yo no le voy a decir que no se lo doy, la responsabilidad va por delante". Además de los motivos de conciencia, los farmacéuticos están obligados a despachar lo que se les pide, pero aún así algunos sí intentan esquivar las recetas más caras.

Jaime Fluxà, que atiende en la botica del mismo nombre, asegura que a su local ya llegan clientes "que vienen de otras farmacias donde nos les dan los medicamentos muy caros". El también farmacéutico Miquel Obrador está convencido de que la mayoría dispensa lo que le piden, pero apunta que puede darse el caso de que algún boticario con el agua al cuello decida no despachar alguna receta. "Hay farmacias que dependen exclusivamente de la Seguridad Social, que no tienen nada de parafarmacia, y además cuanto más caro es el medicamento, menos margen de beneficio tienes", explica. Los farmacéuticos se llevan un 27% de margen de beneficio por medicamento, pero los tratamientos que cuestan 150 euros o más tienen un margen máximo y por ejemplo, "con uno de 400 euros ganas muy poquito", señala Obrador.

Así lo ilustra este farmacéutico, en cuyo local figura un cartel donde se anuncia que ´ante la situación económica actual nos vemos obligados a no poder adelantar más medicación´. "Lo pusimos para dar algo de caña, los farmacéuticos estamos muy molestos ya", asegura.

Efectivamente, molestia, indignación y rabia es lo que encontró este diario al realizar esta consulta sobre la situación en varias boticas. Y es que como insistieron varios titulares de estos negocios, al retraso del Ib-Salut se le suma la caída de los beneficios por el descenso de las ventas y de los márgenes de ganancia.

"Nosotros no podemos subvencionar la sanidad pública, ¿por qué nosotros además?", se plantea el boticario Juan Marimón, quien indica que no le parece imposible que llegue un momento en que empiecen a escasear los medicamentos. Para él, no es una amenaza es "una consecuencia natural y normal: si yo no cobro llegará un momento en que no podré pagar al laboratorio y la única solución será que el cliente nos pague". Marimón no cree que esté todo perdido pues hay "promesas de pago", pero considera que "hay que empezar a decir la verdad a la gente". Jaime Fluxà ve injusto el haber tenido que pedir un crédito por su cuenta, "cuando es Sanidad la que tiene que pedirlo". Y si no tienen dinero, "que se lo pidan al Estado". Él no se extraña de que algunas boticas empiecen a amenazar con parar de adelantar porque "cada farmacia hace lo que puede, hay que pagar luz, nóminas...".

"La situación aún no es dramática, pero es dura", puntualiza Antonio Sbert, desde la farmacia Sbert Castañer, quien confía en que el Ib-Salut reaccione ante la amenaza de algunos colegas. "Hay farmacias que están en una situación bastante crítica", dice, pues al retraso del Govern se suma a que "los médicos recetan poquísimo, un 30% menos, que hay menos margen de beneficio y los medicamentos son más baratos". Además señala un gasto extra que han tenido que asumir en los últimos años: la implantación de la receta electrónica, "que supone pagar 180 euros cada mes de conexión a internet y más gasto en papel".

"La receta electrónica es positiva para los sociedad, pero no especialmente beneficiosa para la farmacia, que además asumió el coste de implantar el sistema", razona Joan March, que cree el auténtico problema para este tipo de negocios es que "se han rebajado muchos precios y márgenes y la gente consume menos". Esto, sumado al hecho de que el Ib-Salut no les pague lo que les debe, hace que "llueva sobra mojado en las farmacias". "Hay farmacias que ya han despedido a gente, algo que antes nunca se había visto", asegura otro de los consultados. Otra farmacéutica, que también prefiere el anonimato, habla de "situación límite" y de política de contención de gastos y lamenta que a los farmacéuticos les ha tocado "cargar con el muerto".