Un archipiélago turístico, léase Canarias o Balears, sin unas buenas compañías aéreas, chárter o clásicas, que le traigan a domicilio los visitantes a la hora y el día que a éstos les convenga es como un buen restaurante sin puertas.

Cataluña y Canarias, están espabilando. Sus empresarios y administraciones no quieren perder el avión.