Un cerrajero arreglaba ayer la puerta trasera por la que el pasado viernes entraban decenas de agentes de la Guardia Civil para detener a Gennadios Petrov, uno de los principales capos de la mafia rusa. La actividad en esta vivienda, en el número 5 de la avenida Portals Vells, contrastaba con el absoluto silencio de la mansión frente a ella, en el número 16, propiedad de su socio Salikov Jurij Mihajlovic, otro de los cinco arrestados en Balears durante la operación Troika contra la Tambov-Tamboskaya, una de las cuatro organizaciones criminales más importantes del mundo.

Al ser preguntado por los desperfectos, el operario -de nacionalidad rusa- aseguraba que en la casa de Pretov tan sólo el cerrojo de esta puerta había sufrido daños. Una empleada limpiaba los restos de este arreglo que terminaría al final de la mañana, dejando impoluto el decorado que compone esta lujosa residencia. En el exterior, ningún precinto policial, ninguna huella, tan sólo los restos de sangre de uno de los agentes, herido durante la intervención.

El camión de la basura aparecía al mediodía. La operación policial, de seis horas y media, impidió el viernes que pudiera acceder a recoger el contenedor frente a las viviendas de ambos detenidos. "¿Cuál es la casa del mafioso?", preguntaba José Luís, uno de los empleados del servicio de recogida. Ha retirado la basura de dos criminales desde que se instalaron aquí, en el año 2000, y nunca observó nada extraño en sus desperdicios. Lo normal del servicio y de los jardineros, nada que pudiera parecerse el despojo de una peli de Tarantino.

"Como si no hubiera pasado nada", comentaban los obreros que trabajan desde hace un mes en la finca anexa a la casa de Pretov. Al caos del viernes -policías acordonando la calle, continuos controles para identificarse, el camión del material sin poder acercarse, periodistas preguntando toda la mañana- le seguía ayer la perpetua calma que parece desprender esta zona.

En toda la mañana tan solo una pareja de alemanes residentes en la urbanización se acercaba a curiosear. Desde su chalé contemplaron el helicóptero y vieron los vehículos policiales. "Se oyeron muchas explosiones pequeñas, pero nada que parecieran disparos", explicaba el marido, quien afirma que en esta zona viven bastante aislados de sus vecinos, ya que casi todos vienen tan solo durante el verano. Su mujer recordaba que vieron a Pretov con su gran mercedes plateado en más de un ocasión, pero que nunca cruzaron palabra.

La presencia de pomposos vehículos era también destacada por el matrimonio que custodia una de las residencias próximas a esta vivienda, de las pocas que no están vacías. "Varias veces nos saludamos", explicaba el esposo, quien comentaba que esa familia tenía un convivencia muy apacible. "Nunca hicieron fiestas, ni congregaron a mucha gente", explicaba, "querían ser discretos". Para ellos y el resto de caseros que conocen, todo esto ha sido una anécdota que les ha sorprendido en mitad de la preparación para el retorno estival de los propietarios.