Parecen meras figuras decorativas, con atribuciones limitadas y secuestrados en muchos casos por los intereses de los clubes. El árbitro del ya tristemente famoso Alaró-Collerense de infantiles denunció en el acta la pasividad del delegado de campo cuando se iniciaron los incidentes que concluyeron con las agresiones entre padres de uno y otro equipo. El delegado de campo, como en categorías superiores, poco puede hacer en casos como el que ha sido noticia de portada en la última semana porque se ve superado por los acontecimientos y por el numeroso número de personas implicadas. Su figura queda oscurecida. Habría que especificar cuáles son las funciones reales de un delegado de campo en partidos de estas categorías base, si es que lo hay, y hasta dónde alcanza su autoridad en situaciones como la reseñada.