En puerto desde primera hora de esta mañana. Después de 13 días de búsqueda continua, el buque Ángeles Alvariño regresa a tierra por problemas técnicos que podrían retrasar la reanudación del rastreo hasta el próximo lunes. Sus últimas horas de trabajo se centraban ayer en una zona diferente a la de los días anteriores, más cercana a la costa, entre una y dos millas náuticas y a 400 metros de profundidad. Allí se fija la geolocalización de su última llamada, a medio camino de distancia de la primera, del fondo submarino a mil metros en el que encontraron el pasado jueves el cuerpo de Olivia, oculto en una bolsa de deporte, junto a otra vacía, atadas a un ancla. La nueva búsqueda, a la espera de solucionar la avería en la embarcación, se concentra ahora en el parricida, Tomás Gimeno y Ana, su hija de un año, desaparecidos desde hace 44 días. Las primeras pruebas de la autopsia revelan un edema pulmonar en Olivia, bien por falta de aire o ahogamiento. A la espera del resultado toxicológico, y de otros datos biológicos y de tejido, los investigadores de la Guardia Civil barajan varias hipótesis del asesinato de ambas: desde el uso de medicación encontrada en la casa del progenitor, el último lugar en el que se vio a las niñas, hasta la asfixia, con o sin el uso previo de las pastillas.