Los miembros de la organización, de origen latinoamericano, habían configurado una infraestructura muy desarrollada capaz de controlar el tráfico de cocaína desde diversos inmuebles de Palma hasta los domicilios de una amplia cartera de clientes a las que previamente habían conseguido “fidelizar”, formando un complejo entramado que funcionaba como una autentica empresa de reparto a domicilio, cuya actividad empresarial era la conocida y cada vez más en auge, modalidad delictiva conocida como “telecoca”.