El afán de conocer lo efímero, de retratar los mundos que desaparecen y de visitar lugares alejados de la masificación y la omnipresente mercantilización (como en Mallorca, “donde todo es un producto”) ha llevado a los fotógrafos Jacobo Biarnés y Mateu Fiol a Transnistria, antiguo territorio soviètico y hoy un estado ‘fantasma’ entre Moldavia y Ucrania. Tras pasar 48 horas recorriendo el país en un momento de constantes apagones eléctricos, desmienten mitos sobre la inseguridad y sobre un fervor ‘pro-Putin' generalizado entre sus habitantes. Hablan de una población amable y acogedora que básicamente solo quiere vivir en paz.
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