La incertidumbre sobre la apertura de las piscinas reina ante la inminente fase 2 de la desescalada. Porque las nuevas normas indican que hay que extremar las medidas de higiene y extremar el control sobre la entrada al recinto. El aforo se limita al 30%, y eso puede generar tensión entre los vecinos. Además, la necesidad de contratar gente subirá la factura y siempre habrá quien no esté conforme con pagar más, para hacer menor uso del servicio. Algo similar ocurre con las piscinas municipales. Hay ayuntamientos, como el de Hinojos, en Sevilla, a los que no les salen las cuentas para abrir.