Sami Nasari espera impaciente en la  base aérea de Torrejón de Ardoz. Consiguió salir con vida de Afganistán pero Sajia, una de sus hijas, de apenas 18 años, se perdió en el caos del aeropuerto de Kabul. Creyó que nunca volvería a verla y ahora puede abrazarla de nuevo. Por eso, llora de felicidad sus lágrimas "son de felicidad". A bordo del mismo avión también iba Shirzad, un ex general del  Ejército Nacional Afgano amenazado de muerte por los talibanes. A unos 500 kilómetros, impaciente, le espera su hijo Karwan. Un joven afgano que trabajó como intérprete para el Ejército español. Le pueden los nervios porque sabe que detrás de una puerta está su familia. Sin poder contener las lágrimas abraza aliviado a su madre y se refugia en los brazos de su padre. Acaricia caras que apenas recordaba, besa otras que todavía no conocía y vuelve otra vez al calor de su madre. Ahora, su familia "está soñando que están aquí, todavía no lo creen". No ha parado de luchar para conseguir que llegara este momento.