A través de un agujero veíamos a un Rodrigo Rato pensativo, mientras registraban su despacho. Eran los peores momentos para el que fue vicepresidente económico del Gobierno Aznar y exdirector del FMI. Incluso le vimos detenido cuando un funcionario le ponía la mano en la nuca al entrar en el coche en una imagen que dio la vuelta al mundo. Eran días de muchas preguntas y también de reproches, cada vez que salía o entraba en su domicilio. Cada paso era seguido de cerca para intentar captar alguna reacción. Estaba acusado de haber ocultado bienes para no pagar la fianza del caso Bankia. Pero el titular del juzgado número 31 de Madrid por ahora no ve indicios de blanqueo ni de alzamiento. Sino un delito contra la Hacienda pública.