Bartolomé Cursach se apeó de su vehículo mientras esgrimía su pala de pádel y propinó palazos a algunos de los presentes para tratar de abrirse paso.

"¡Mantén la calma, imbécil!", le espetó a Cursach un joven germano mientras este atosigaba a una ambulancia que atendían a un joven herido para que se apartara del lugar.