«Lo que vivimos ayer es una vergüenza, y estamos seguros de que no sólo ocurrió ese día. Tenemos que ser conscientes de lo que está pasando en nuestras islas con el exceso de turismo y la permisividad que se le da por encima de los propios residentes de las islas». Son palabras de Judith, una residente que el pasado martes se aventuró a ir a la playa des Trenc y se indignó cuando de vuelta se encontró con un caos de coches, la inmensa mayoría de alquiler, aparcados en los márgenes de un camino que atraviesa una zona protegida.

Ha sido el paisaje habitual de este verano en los accesos a es Trenc y a multitud de calas y playas de la isla. La vuelta a la vieja normalidad ha sido sinónimo de colapso y masificación, de cifras de turistas que han batido los récords que parecían difíciles de superar antes de la pandemia y que han acabado por desbordar Mallorca y la paciencia de muchos residentes.