Rusia necesitaba desesperadamente un amigo y a cambio de esa amistad, Xi Jinping ha conseguido que Putin por fin elogie su ambiguo plan de paz, aunque no ha logrado evitar que también acuse a Ucrania de no querer cumplirlo. Veremos si después de visitar Moscú, Xi Jinping se reúne también con Zelensky, quien se ha mostrado dispuesto a escuchar la propuesta china. Pero lo que ha quedado claro con esta firma es que esta amistad "sin límites" no es desinteresada. Una tercera parte del gas que Rusia vendía a Europa surtirá ahora a Pekín a través de un nuevo gasoducto que cruzará Mongolia. Además, Putin invita a las multinacionales chinas a quedarse con el enorme pastel que dejaron las 120 empresas occidentales que se marcharon tras la invasión de Ucrania. Pero esta amistad tan peligrosa puede pasarle factura a China. El secretario general asegura que tienen pruebas de que Moscú le ha pedido armas a Pekín. Por ahora, nada prueba que se las hayan enviado, pero por si acaso, la OTAN lanza su advertencia.