Boris Johnson entona un mea culpa que queda soterrado por una excusa que poco convence a propios y ajenos. Con ella despachaba su responsabilidad en la fiesta de casi medio centenar de personas en el jardín de Downing Street en los momentos más duros del confinamiento, por lo que la oposición ha pedido su cabeza. Una sesión que no se ha quedado ahí. Todo un bombardeo desde la otra bancada contra un primer ministro con la credibilidad por los suelos.