Yolanda Díaz tiene que acudir en las autonómicas a mitines de media docena de partidos, y ninguno es el suyo. Esta necesidad de desdoblarse ha generado el lógico estrés en la vicepresidenta del Gobierno, que omite en sus intervenciones el nombre del partido al que respalda, para no equivocarse de siglas y ocasionar un conflicto diplomático.