Se han confirmado los peores presagios sobre la vacuna Sputink, no tiene efectos secundarios. Los vacunados con las Sputink, bautizada en honor al presidente ruso, salían sonrientes del vacunódromo, sin desplomarse por una apoplejía. Este funcionamiento resulta escandaloso, porque una vacuna debe introducir un elemento de incertidumbre, el pobre vacunado ha de creerse tan importante como para que Bill Gates le coloque un chip en persona.
