Alemania se ha sumido este verano en la desesperación. Angela Merkel ha reconocido a regañadientes que los hooligans germanos no están a la altura de los británicos. Se plantea prohibirles que viajen a Mallorca y retirarlos de la isla porque están dando un pésimo ejemplo, al no causar los destrozos suficientes para justificar una campaña turística en condiciones.