Los requerimientos de vitamina D varían con la edad y, también, en función de la sociedad científica a la que consultemos. Es habitual que los pacientes manifiesten preocupación en referencia al déficit de vitamina D, llegando a considerarse que existe una especie de pandemia de deficientes vitamínicos, y es que según algunos estudios entre el 35-70% de la población europea muestra niveles insuficientes de vitamina D (la mayoría de pacientes que acuden a consulta suelen presentar analíticas con deficiencia). Sin embargo, parece que realizar determinaciones en pacientes sanos no estaría justificado, y es que el exceso de la vitamina es tóxico y pude conllevar problemas graves. 

Por otra parte existen perfiles de pacientes que tienden a presentar niveles más bajos de vitamina como las personas con sobrepeso, fumadoras, las que presentan fototipos altos (existen controversias), las que tienen una exposición solar insuficiente o la edad avanzada. Además, ciertas situaciones clínicas, como la osteoporosis, la enfermedad renal crónica, la insuficiencia hepática, la enfermedad inflamatoria intestinal, el hiperparatiroidismo, el hipotiroidismo, el hipogonadismo, la enfermedad celiaca y algunos fármacos (anticonvulsivantes, antirretrovirales, rifampicina y, sobre todo, los corticoides) también pueden causar déficit de vitamina. 

Aunque es complicado saber cuánto sol debemos tomar para sintetizar la cantidad suficiente de vitamina D, ya que depende de muchos factores: del momento del día, de la estación del año, de la latitud, de nuestro fototipo etc, de modo que no se pueden dar recomendaciones generales, sí puede ser un aliado para ayudar a equilibrar los niveles de la vitamina en nuestro organismo. Además, parece que no hace falta exponer una gran superficie de piel para sintetizar cantidades suficientes.

Por otra parte, cabe destacar que la evidencia disponible no ha podido demostrar que el uso de fotoprotectores afecte los niveles de vitamina D en la población general, probablemente porque casi nadie se aplica el fotoprotector en cantidad y frecuencia adecuadas. En cualquier caso su uso es recomendable en las exposiciones solares.

Respecto de los fotoprotectores ¿son dañinos para el medio ambiente?

Los ingredientes activos de los filtros solares se dividen en filtros inorgánicos (llamados «físicos»), como el dióxido de titanio y el óxido de zinc y filtros orgánicos (también conocidos como «químicos»), diseñados para absorber los rayos UVA, UVB o ambos.

Algunos de los principios activos como oxibenzona pueden tener invitro y a dosis muy elevadas efectos antiandrogénicos, proestrogénicos y antiestrogénicos. Sin embargo, no se ha reportado ningún efecto tóxico en humanos hasta el momento. 

Si no fueran seguros, no se encontrarían el mercado. No obstante, los filtros UV se han detectado en fuentes de agua de todo el mundo, siendo la oxibenzona el que lo hace a mayores concentraciones. Los filtros orgánicos son capaces de llegar al medioambiente a través de diferentes mecanismos, principalmente a través del agua de las duchas y los vertidos de fábricas que también pueden contribuir. Se ha comprobado que las concentraciones aumentan durante los meses de verano, lo que sugiere un elevado impacto de las actividades recreacionales sobre las concentraciones detectadas.

La oxibenzona se ha convertido en una amenaza para los arrecifes de coral. Los corales juveniles son muy sensibles a estos productos. Los filtros solares reactivarían virus del coral latentes, lo que produciría un estrés oxidativo, con la expulsión de las algas simbiotens y el blanqueamiento del coral. Los filtros UV también se han estudiado en peces y mamíferos. 

Cada vez son más laboratorios los que apuestan por producir fotoprotectores «reef-friendly» y en principio, parece que los filtros inorgánicos no serían tan perjudiciales para los corales.

¿Qué podemos hacer ante una quemadura solar? 

Son los rayos ultravioleta los culpables de las quemaduras solares, y si bien los UVA constituyen el 90% de la luz UV, son los UVB los que son más «eficientes» a la hora de producir rojez en la piel humana y, por tanto, quemaduras

Inicialmente, una quemadura solar se manifiesta en forma de rojez y edema, y en los casos más graves, vesículas y ampollas. La rojez aparece a las 3-5 horas después de la exposición, siendo máximo a las 12-24 horas y tiende a disminuir de manera progresiva a partir de las 72 horas. Lo más relevante es que la radiación UV conduce a un daño irreversible del ADN, con mutaciones que aumentan la carcinogénesis.

Se utilizan corticoesteroides, tanto tópicos como sistémicos, desde hace más de 60 años, y aunque no todos los estudios demuestran su eficacia, se tiende a pensar que reducen el tiempo de recuperación de una semana a 3-4 días, con alivio significativo a partir de las 6 horas. Se suelen utilizar corticoides tópicos de potencia media-alta.

Numerosos estudios evalúan la eficacia de la aspirina, ibuprofeno y otros antiinflamatorios no esteroideos por su efecto inhibitorio sobre las prostaglandinas.

Existen pocos estudios que documenten la eficacia de los antihistamínicos en las quemaduras solares, ni siquiera administrándolos antes de la exposición solar.

La hidratación es prácticamente siempre una buena idea. Se han probado aceites de diversos tipos, y las cremas after-sun llevan en su composición elementos «refrescantes» como el mentol y alcanfor que pueden contribuir al alivio sintomático. 

La aplicación de compresas frías con agua de Burow o vinagre diluido están indicadas en casos más severos.

La mayor parte de quemaduras solares son leves y no van a precisar asistencia médica. Sin embargo, en algunas situaciones sí que es conveniente acudir a un centro sanitario para una correcta valoración: formación de ampollas en zonas extensas, fiebre, cefalea intensa, confusión, escalofríos, dolor severo, signos de sobreinfección.

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