Los trastornos del equilibrio son todas aquellas enfermedades que interfieren en nuestra capacidad de adquirir información de nuestra posición respecto al entorno, en su proceso o en la emisión de estímulos nerviosos reflejos y/o voluntarios para adaptarse a sus cambios.

Abarcan un enorme abanico de alteraciones, desde procesos prácticamente inocuos hasta enfermedades graves, de ahí que su estudio deba ser exhaustivo.

Empezaremos por definir y diferenciar los tres síntomas más frecuentes:¿Qué es el vértigo?

Se trata de una alteración que hace referencia a una “alucinación del movimiento”. Esto quiere decir que el paciente tiene sensación de movimiento propio o del entorno cuando en realidad esta no ocurre. Habitualmente la sensación es de giro, pero también existen las sensaciones de desplazamiento hacia los lados, hacia delante, atrás, arriba o abajo, si bien son menos frecuentes.¿Qué es el mareo?

Es un síntoma que hace referencia al malestar general; trae consigo palidez, cambio del ritmo cardíaco, sensación de náuseas y sudoración fría, pero no sensación de movimiento propio o del entorno (es lo que se conoce como cortejo vegetativo). Suele decirse que siempre que hay vértigo hay mareo, pero no siempre que hay mareo hay vértigo.¿Qué es la inestabilidad?

Es una pérdida de equilibrio real (el paciente pierde realmente la estática y, si deambula, se va hacia los lados) o también puede ser una sensación que no se acompaña de una verdadera lateralización mientras se está quieto o caminando.

En cuanto a la forma de presentación, debemos diferenciar aquellos que se presentan de una forma aguda, a veces incapacitando al paciente para hacer vida normal, de los que se presentan de forma insidiosa, no incapacitando al paciente pero interfiriendo en todas sus actividades diarias.

La duración del episodio resulta muy variable; en algunos casos son minicrisis de segundos sin síntomas acompañantes, en otros son crisis severas de horas o días de duración, con un gran cortejo de síntomas acompañantes (sudoración, palidez, vómitos) y en otros son episodios persistentes, prolongándose en el tiempo durante meses o años con lo que ello representa para el paciente.

El primer paso del diagnóstico es la historia clínica, que nos informará sobre el tiempo de instauración (crisis brusca o inestabilidad persistente), de su intensidad, de su relación con maniobras desencadenantes y de si hay síntomas acompañantes (pitidos, sensación de oído lleno); hay que interrogar al paciente sobre la existencia de antecedentes médicos no relacionados con el oído (alteraciones de la tensión arterial, del azúcar, del tiroides, cambios recientes en alguna medicación, accidentes o traumas de columna o cervicales); también sobre antecedentes familiares de enfermedades del oído. El primer problema nos lo encontramos en una cuestión semántica, ya que los términos que se usan para describir los síntomas son vagos y, a veces, paciente y médico no entienden lo mismo al usar una palabra. Otro problema es que la variedad de sensaciones que se producen es amplia, así como las reacciones que provocan en cada paciente, lo cual hace que cada caso sea distinto.

Las pruebas vestibulares computerizadas son las que nos van a permitir estudiar el reflejo vestíbulo-ocular, pero con soporte de vídeo y análisis informático del movimiento del ojo, lo cual facilita enormemente el estudio e interpretación de los resultados; hay muchas pruebas, pero las más utilizadas son la videonistagmografía (VNG) y el Test de impulso cefálico (vHIT).

La posturografía y la posturografía dinámica permiten el estudio del equilibrio en su conjunto y de las estrategias que utiliza el paciente para mantenerlo. Son estudios muy importantes para el diseño del tratamiento de rehabilitación vestibular.

En cuanto al tratamiento debemos diferenciar las crisis agudas que son intensas pero duran poco y en cuyo caso el tratamiento se basa en medicación (sedantes vestibulares) y reposo. Es importante recalcar el papel del reposo; muchos pacientes recaen porque toman la medicación, pero intentan seguir haciendo vida normal.

Para casos de larga evolución, el tratamiento se basará en la rehabilitación vestibular mediante ejercicios, posturógrafo o realidad virtual. Esta última es una potente herramienta que nos permite generar entornos virtuales realistas en los que el paciente puede sumergirse de forma segura y controlada lo cual le permitirá mejorar sus habilidades para manejar situaciones de la vida diaria que le resultan difíciles por su limitación. Además nos permite tratar situaciones que no son claramente patológicas pero si muy molestas como las cinetosis (marearse en barco, coche o avión) o vértigo como miedo a las alturas que hasta ahora sólo podían manejarse con medicación.

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Instituto ORL - Dr. Carbonell

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