"Mallorca tiene el potencial necesario para convertirse en el Silicon Valley del Mediterráneo. Depende del esfuerzo que hagan los políticos para lograrlo", afirma María Rita Grima, directora financiera de la empresa de telecomunicaciones OmniAccess, que durante estos días completa su instalación en el Parc Bit, y que pese al actual marco de crisis ha apostado por invertir alrededor de un millón de euros en la isla a través de la implantación de tecnología punta.

Los orígenes de OmniAccess hay que buscarlos en Argentina en 1999, pero tras la crisis en ese país se constituyó de nuevo en 2006 como empresa "española y mallorquina", con una sede inicial en el polígono de Son Rossinyol, para ahora volcar su actividad en el Parc Bit. En 2009 comenzaron a dar servicio de internet por satélite en el Mediterráneo, para crecer luego hasta el Caribe y a partir de ahí crear una red que actualmente cubre todo el planeta.

Esta compañía presta servicio de internet, telefonía o correo electrónico, entre otros, a embarcaciones de lujo. En su haber cuenta con el mérito de ser la primera a nivel mundial que ha comenzado a ofrecer 100 megas a los yates que tiene como clientes, y está desarrollando, con carácter piloto, un servicio que permite a los barcos ver cualquier canal de televisión en cualquier punto del planeta. Además, la compañía estadounidense iDirect la ha seleccionado como socio lanzador de la nueva tecnología de redes de satélites.

Su funcionamiento es, sobre el papel, muy simple. Dispone de cuatro telepuertos propios repartidos por España, Chile, Estados Unidos y Alemania. El servicio de telecomunicaciones se ´lanza´ hacia algún satélite, y desde este llega a la embarcación. Pero en la realidad la fórmula es mucho más compleja y pasa por disponer de tecnología última generación.

La clientela de OmniAccess la forman en este momento unas 150 embarcaciones de lujo, algunas de ellas megayates y cruceros. Para ello, las tarifas que se abonan se pueden mover en los 1.500 euros mensuales, pero ir mucho más allá de esa cantidad dependiendo del servicio que se contrate.

Estos clientes, lógicamente, son especiales -se apunta la presencia de alguna casa real entre ellos-. Reclaman soluciones rápidas ante cualquier problema. Y pueden necesitarlas en cualquier momento. Porque el servicio que se presta alcanza al conjunto del planeta. Eso supone que la demanda de ayuda que nace durante una soleada tarde caribeña llega a Mallorca en plena noche por los cambios horarios, apunta el director ejecutivo de esta empresa, Bertrand Hartman. Eso obliga a tener personal de guardia las 24 horas del día durante los 365 días del año.

Y además, se ofrecen también servicios de consultoría para instalar los sistemas de comunicaciones de las embarcaciones de lujo. Eso ha obligado a personas de esta empresa a viajar a las Maldivas o a la India.

¿La crisis afecta a una firma de estas características y con un nivel tan elevado de especialización? La respuesta es afirmativa, pero se reconoce que el golpe es mucho más suave que en otras ramas de actividad económica. En cualquier caso, también se destaca otro hecho: en este sector, la necesidad de reinvertir para modernizarse es permanente si no se quiere perder competitividad.

Cambio de sede

Para seguir ampliando sus servicios, la empresa abandona durante estos días sus instalaciones en Son Rossinyol, donde contaba con un parque de siete antenas, para ubicarse en el Parc Bit, donde se están colocando otras 14 de mayor tamaño, y cuya puesta en funcionamiento se inició el pasado lunes para completarse a finales de noviembre.

Un aspecto que Maria Rita Grima pone de relieve es que para sacar adelante un proyecto de estas características resulta imprescindible contar con un personal altamente cualificado, lo que explica que la veintena de personas que constituyen su plantilla tengan todos título universitario e incluso uno de ellos disponga de un doctorado.

Para intentar mantener esa línea, se están iniciando contactos con la Universitat balear, con el fin de desarrollar un programa de becarios. Esta iniciativa está ahora pendiente de que OmniAccess elabore un perfil de estudiante que cubra sus necesidades.

Es en este punto cuando tanto Grima como Hartman reiteran que Mallorca tiene el potencial suficiente como para convertirse en el "Silicon Valley del Mediterráneo". "¿Quién no querría vivir aquí?", se pregunta el director ejecutivo, y destaca la conectividad de la isla, el clima o el hecho de que el coste de la vida sea inferior al de otras ciudades europeas.

Pero hay algunos problemas para ello. Un aspecto que está condicionando enormemente la selección del personal es el elevado desconocimiento del inglés que tienen los estudiantes españoles, lo que está obligando a buscar técnicos en otros países. "El mundo habla en inglés", advierte Bertrand Hartman, que considera imprescindible asumir este hecho a la hora de marcar las características del sistema educativo. María Rita Grima hace otra reivindicación: la Universitat balear debería tener un mayor contacto con las empresas para conocer sus necesidades y contar con programas educativos más ágiles a la hora de adaptarse a esta demanda. Por ello, se apunta que en un país que tiene una tasa de paro juvenil superior al 50%, "algo no va bien" cuando resulta necesario salir fuera de sus fronteras para encontrar a personas con la formación adecuada.