La granja de Borike, a 50 kilómetros de Sarajevo, es uno de los últimos refugios del centenar de ejemplares que quedan del caballo montés bosnio, una raza única y autóctona de la región.

Borike es desde hace más de un siglo el amparo y lugar de cría para caballos de esa estirpe pura sangre.

Los caballos hace mucho tiempo que cedieron su lugar en las haciendas bosnias a la maquinaria, y sólo en pocos centros de cría, de los que Borike es el mayor, esa raza bosnia está a salvo de la desaparición.

Borike fue fundado en 1895. Las entonces autoridades austro-húngaras tenían la idea de cruzar caballos bosnio y árabes para obtener una nueva variedad apropiada para el Ejército y para las duras tareas de carga y en el campo.

El experimento fracasó y unos veinte años más tarde fue formada una granja especial para el caballo montés bosnio.

En la década de 1930 fueron levantados los primeros establos, que quedaron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Los caballos, sin embargo, fueron salvados, trasladados a Sarajevo y en 1948 devueltos a Borike.

Los establos edificados entonces por los constructores alemanes se encuentran todavía en buen estado.

En largos meses de invierno, los caballos se hallan en ellos protegidos del frío y la nieve, que suele superar aquí los dos metros, y de los lobos, que con frecuencia aparecen en estas zonas.

Los caballos son también en verano el objetivo de los lobos, que llegan del cercano monte Sjemec, aunque los equinos han aprendido a defenderse cuando están agrupados en manadas.

Sin embargo, no han sido los lobos la principal amenaza para ellos, sino el descuido humano durante mucho tiempo.

En los últimos años, se busca la forma de salvar esta raza de la extinción, y el Gobierno del ente serbio de Bosnia participa en el proyecto con una ayuda de 100.000 euros anules.

Hasta mediados de la década de 1980, la granja estaba cargo del Ejército de la ex Yugoslavia, de la que Bosnia formaba parte como una de sus seis repúblicas, pero que se desintegró a comienzos de la década pasada.

El Ejército ex yugoslavo había continuado en Borike la tradición austro-húngara, que prestaba gran atención al cuidado de los caballos, insustituibles para sus tropas en aquella época.

Los caballos bosnios recibían un trato especial por su gran aguante en condiciones climáticas difíciles.

Hoy en Borike hay una veintena de empleados, y en verano suele haber muchos más.

En esa granja nacen al año unos 20 potros de diferentes variedades, entre ellos de raza árabe.

Según Momcilo Forcan, jefe de la granja de Borike, esos animales son también una buen fuente de ingresos, porque un árabe se puede vender hasta en 10.000 euros". El precio para el caballo bosnio no pasaría de 3.000 en el modesto mercado nacional.