El hallazgo se produjo cuando Pablo Oliver y su amigo Juan Insua paseaban por los pantalanes del Club Náutico de Portosín. "Juan vio un bicho raro y dijo ´\u00A1coño, qué es eso!´; no lo conocíamos, y eso que él fue marinero y conoce bien los peces de por aquí", explicó a Europa Press Televisión Pablo.

Al principio, Pablo pensó que se trataba de un pez limón, pero "después un compañero que hace pesca submarina en Cabo Verde comentó que era una anjova", una especie que a los mismos marineros de la zona "les extrañaba y desconocían", pero que se puede ver por aguas del Mediterráneo y el mar Negro, así como por la costa africana, y por el Atlántico occidental, desde Estados Unidos a Brasil.

UNA ESPECIE PELIGROSA.

Pablo se puso en contacto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y con el Instituto Oceanográfico para informarles del descubrimiento y conocer las causas de la aparición de un pez ajeno a su clima.

"Me comentaban que era la primera vez que tenían noticias de una anjova; que sí tenían noticias de otros peces tropicales y subtropicales pero que es la primera anjova que se da en estas latitudes de aguas tan frías y que la causa de que apareciera aquí podría ser el cambio climático, apuntó.

Juan explicó que "la anjova es una especie peligrosa; es un pez depredador nato" y que sospecha que "posiblemente haya más" por la costa gallega, ya que se trata de una especie que suele desplazarse en grupo.

"Le llaman el ´lobo de mar´ porque aunque esté saciado suelen acabar con bancos enteros de sardina o de jurel, de lo que encuentren, por el simple hecho de matar", aclaró Pablo, que desde ese día se ha hecho casi un experto en ´anjova", pez del que lo desconocía todo hasta ahora.

La peligrosidad de este pez se pudo comprobar el año pasado, cuando una anjova mordió a una niña de siete años en la playa alicantina de San Juan causándole graves daños en una mano.

En el momento de ser capturada por estos dos vecinos de Portosín, la anjova pesaba cuatro kilos y medía 75 centímetros. Aunque se trata de una especie que puede llegar a medir un metro y medio, y a pesar más de doce kilos.

El futuro de este ejemplar, que Pablo y Juan ya habían limpiado "para comerlo", será ahora "el museo de ciencias naturales", ya que se lo han reclamado.