Las ventanas, ideadas por un grupo de investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos de la UPM, tienen la particularidad de poseer una cámara de un centímetro de grosor con agua en circulación.

Según Hermanns, de la UPM, el agua absorbe los rayos infrarrojos de modo que si alguien se sitúa detrás de la ventana "ve la luz del sol pero no percibe el calor".

Para que el agua no alcance altas temperaturas y transmita el calor dentro del edificio, las ventanas se conectan a un intercambiador geotérmico, un sistema de tubos que transporta el agua a una profundidad de "unos 20 metros", donde transmite el calor a la tierra, "que en lugares como Madrid está siempre a una temperatura media de 15 grados centígrados".

El investigador afirmó que, aunque esta tecnología podría utilizarse en edificios "normales", los mayores ahorros de energía se conseguirían en edificios acristalados, donde podrían alcanzarse ahorros energéticos relacionados con el aire acondicionado de un 70 por ciento.

El precio de la ventana será tres veces superior al de una con doble acristalamiento convencional, pero Hermanns aseguró que pronto se rentabiliza la compra con el ahorro de energía, al que habría que unir la superficie construible que ganarían los edificios con fachada acristalada, donde los ventanales están "colgados a medio metro de la fachada".

Para explotar la patente, los investigadores, con la ayuda del área de Creación de Empresas de la UPM, han creado la empresa Intelliglass, que diseñará una obra piloto.