La llegada del frío afecta no sólo a nuestra rutina diaria sino a todo nuestro organismo, y con ello, también a la piel. Ésta se encuentra expuesta a las inclemencias climatológicas, siendo las zonas más sensibles a las bajas temperaturas las mejillas, los labios, el cuello, el escote y las manos, según precisa la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV).

La doctora Agustina Segurado, jefa de la sección de Dermatología del Hospital Universitario del Sureste de Madrid, explica que con el frío la piel tiende a resecarse más. La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y su función principal es ser una barrera protectora. Como tal, necesita mantener una temperatura corporal en torno a los 36-37 grados.

"Cuando bajan las temperaturas en el ambiente nuestro cuerpo, y con ello la piel, pierden agua. Lo mismo sucede con el calor. Entonces en esta época invernal la piel tiende a estar más seca que en otras épocas del año", afirma la especialista.

A su juicio, también habría que añadirle el efecto de las calefacciones y del viento, que secan aún más la piel. A su vez, indica que los cambios bruscos del frío al calor, de entrar a un sitio calefactado después de estar en la calle con un ambiente frío producen cambios en la vascularización de la piel, ocasionando muchos problemas dermatológicos, como la dermatitis o la rosácea, por ejemplo.

Por ello, la doctora Segurado defiende que durante la época de frío hay que insistir más a la hora de hidratar nuestra piel. Según afirma la hidratación de la piel se inicia por la limpieza diaria de la misma, preferentemente en esta época con jabones más grasos o en aceite, y ésta debe realizarse tanto por la mañana al levantarse como por la noche antes de acostarse.

Después, plantea insistir en la aplicación del tónico y de la crema, y a veces sostiene que deben elegirse para estas épocas más frías unas cremas más densas que las empleadas en otras etapas del año. "Hay que insistir mucho en la hidratación de la cara, de las manos, y de los pies, zonas distales del cuerpo a las que llega peor la vascularización y que con el frío se ven más deterioradas, se resecan más", remarca la experta.

La importancia de abrigarse

A su vez, aconseja beber más de 1,5 litros de agua fuera de las comidas, y un apunte muy importante: abrigarse. "Debemos abrigarnos bien porque el calor mantiene esa vascularización estable y entonces la piel no sufre tanto. Es muy útil emplear guantes, bufandas, gorros, además de usar los humidificadores, o colocar un recipiente encima del radiador para que el vapor de agua que aparezca haga un ambiente más húmedo", subraya.

Igualmente, ve necesario huir al máximo del estrés, "que tanto daña la piel", así como dormir al menos 8 horas al día, aparte de no olvidarse del Sol que, aunque no esté tan presente en esta época, sí es necesario para el funcionamiento general del cuerpo. Recomienda en este punto emplear cremas fotoprotectoras a diario, contra la radiación UV, especialmente si se viaja a la montaña o a la nieve.

Por otro lado, desde la Fundación Piel Sana, la dermatóloga Nayra Merino, del Hospital Quirón de Tenerife y miembro de la AEDV resume en 10 las recomendaciones ante la piel y el frío:

1. Hidratar a diario y varias veces al día la piel: Especialmente importante en aquellas personas que padecen algún tipo de dermatosis (dermatitis atópica, psoriasis, por ejemplo). Emplear un emoliente adecuado a base de lanolina, o de urea, por ejemplo, dice que ayudará a mantener una piel sana durante el invierno.

2. Evitar lavar excesivamente las manos. Las dermatitis de desgaste que afectan al dorso de las manos son un motivo frecuente de consulta en esta época del año, especialmente en personas que por razones laborales se las lavan de forma repetida. Para evitarlo se debe promover el uso de guantes y de cremas con efecto barrera.

3. No utilizar productos agresivos para el lavado de cara y cuerpo. Escoger productos suaves y testados dermatológicamente.

4. Evitar ducharse con agua muy caliente o muy fría. Lo ideal es el agua tibia y no ducharse más de una vez al día, ya que esto aumentaría la deshidratación de la piel.

5. Hidratar los labios y protegerlos de la luz ultravioleta. Los labios sufren mucho en invierno, más aún si se tiene alguna alteración de base.

6. No olvidar las gafas de sol y la protección solar diaria también en invierno, especialmente en zonas donde haya nieve, ya que ésta refleja el 80% de la radiación solar.

7. Usar guantes y prendas de abrigo. Sobre todo, aquellos pacientes con sensibilidad al frío y que suelan padecer de perniosis (sabañones) o fenómenos de Raynaud (dedos de las manos fríos y que tornan en color blanco, azulado y rojo).

8. Huir de los cambios bruscos de temperatura, ya que estos aumentan la posibilidad de aparición de capilares dilatados (telangiectasias o arañas vasculares) en la cara (especialmente mejillas). Aquí precisa 3 aspectos:

-Los principios activos más recomendados para pieles no sensibles son: la vitamina C, el ácido retinoico, el ácido glicólico y los hidroxiácidos (con importante función antiedad). Sin embargo, hay pieles intolerantes que deben utilizar sustancias calmantes, vasoconstrictoras y descongestivas, como el dexpantenol, alfabisobolol, rusco, ácido glicirrético. Además, tienen que evitar productos que contengan alcohol, conservantes o perfumes. Por ello, es fundamental la valoración individual dermatológica de cada tipo de piel.

-La textura de la crema ideal dependerá también del tipo de piel y de si se padece alguna afección de base: En general, el fluido será mejor para las pieles mixtas o grasas y la crema para las maduras y secas. Existen novedosas mascarillas y tratamientos de consulta, como la mesoterapia con ácido hialurónico, que ayudan a una hidratación en profundidad.

-El invierno es la mejor época para realizar tratamientos despigmentantes faciales intensivos, tanto domiciliarios como en la consulta médica (peelings químicos o mascarillas).

9. Cuidar la alimentación. Aumentar el consumo de vitamina C y antioxidantes. No olvidar beber entre 1,5-2 litros de agua al día.

10. Evitar el tabaco y el alcohol, ya que repercuten de forma negativa en la salud de nuestra piel, generando radicales libres. Además, el alcohol empeora la dilatación capilar facial.