Un estudio del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) de Barcelona ha descubierto que el consumo regular de pescado durante el embarazo ayuda a mejorar el desarrollo cerebral de los bebés, según los resultados de un trabajo publicado en el 'American Journal of Epidemiology'.

En concreto, los autores siguieron a casi 2.000 madres e hijos desde el primer trimestre de embarazo hasta que los menores cumplieron cinco años y vieron que tenían una mejor función cerebral aquellos cuyas madres habían comido pescado durante al menos tres veces por semana, en comparación con aquellas madres que comieron menos.

Y ni siquiera cuando el consumo era de 600 gramos semanales se detectó una mayor presencia de mercurio u otros contaminantes relacionados con el pescado que pudiera conllevar un efecto negativo que compensara los beneficios aparentes.

"Los mariscos son una importante fuente de nutrientes esenciales para el desarrollo del cerebro, pero al mismo tiempo también acumulan el mercurio del medio ambiente, que es conocido por ser neurotóxico", ha reconocido Jordi Julvez, autor principal del estudio.

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas en inglés) emitió recientemente un dictamen científico que respaldaba un consumo semanal de entre 150 y 600 gramos de pescado durante el embarazo. Pero los autores de este trabajo reconocen que todavía no se conocen cómo puede afectar al desarrollo fetal y se necesitan más estudios que ayuden a las mujeres a tenerlo más claro.

Para ello, Julvez y su equipo analizaron datos de una investigación que recopiló datos entre 2004 y 2008, que diferenciaba entre el consumo de pescados grasos de gran tamaño como el pez espada o el atún, pescado azul más pequeños como la caballa, las sardinas, las anchoas o el salmón, pescado blanco como la merluza o el lenguado, mariscos y otros alimentos marinos.

Las mujeres se sometieron a analíticas para medir los niveles en sangre de vitamina D y yodo, la sangre del cordón umbilical se analizó para medir la exposición fetal al mercurio y otros contaminantes. Y los niños se sometieron a diferentes pruebas a los 14 meses y a los 5 años para medir sus capacidades cognitivas, su desarrollo neuropsicológico y su riesgo de síndrome de Asperger, que forma parte de los trastornos del espectro autista.

De media, las mujeres habían consumido aproximadamente 500 gramos de pescado semanales, que equivaldría a unas tres raciones. Y por cada 10 gramos adicionales por encima de esa cantidad, los niños presentaban mejores puntuaciones en las pruebas de desarrollo cerebral, hasta llegar a los 600 gramos semanales. Una relación que fue especialmente evidente cuando los niños tenían cinco años.

Menos riesgo de autismo con un mayor consumo

Asimismo, los investigadores también observaron una reducción consistente en los rasgos del espectro autista asociada a un mayor consumo de pescado durante el embarazo.

El consumo de pescado blanco o pescado azul grande fue el que más se asoció a mejores puntuaciones de los niños, así como la ingesta de pescado durante el primer trimestre del embarazo.

"Creo que, en general, la gente debe seguir las recomendaciones actuales", dijo Julvez, que admite que algunas como las de la Agencia Americana del Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés) "deberían ser menos estrictas", ya que no aconsejan comer más de 12 onzas (unos 340 gramos) a la semana.

Asimismo, este experto reconoce no haber observado en el estudio ningún beneficio adicional cuando las mujeres comían más de 600 gramos semanales.

"Creo que es muy interesante y arroja mucha más luz sobre los beneficios de comer pescado durante el embarazo", ha reconocido Ashley Romano, médico del NYU Langone Medical Center en Nueva York, que no ha participado en el estudio. Además, destaca que haya sido capaces de correlacionar su consumo con una supuesta protección frente al autismo.