Conocemos como muerte súbita la perdida inesperada y repentina de la función cardiaca. Aunque siempre es un suceso trágico, en el caso de los más pequeños es especialmente devastador.

Habría que diferenciar lo que conocemos habitualmente como muerte súbita desencadenada por el ejercicio en los jóvenes, y el síndrome de muerte súbita del lactante en bebes menores de un año. Si bien es cierto que las dos afortunadamente son infrecuentes, siempre nos preguntamos: ¿por qué ha sucedido si estaba previamente sano? ¿Podría haber hecho algo para evitarlo? Y en ambos casos disponemos de algunos consejos.

Para evitar el síndrome de muerte súbita del lactante la recomendación que todos los pediatras pregonamos a los cuatro vientos es poner a los bebes en colchones firmes y evitar acostarlos boca abajo, aunque también podemos actuar sobre otros factores no tan evidentes como son no sobreabrigar al bebe, evitar que la madre fume durante y después del embarazo, ofrecerle lactancia materna...

En cuanto a los deportistas, la principal causa de muerte súbita es cardiaca (cardiomiopatia hipertrófica, anomalías coronarias, arritmias, ruptura aortica, entre otras), y muchas de ellas se pueden detectar. En primer lugar, se explorara al paciente y se investigara la presencia de sordera, mareos, sincopes, convulsiones, dolor torácico, palpitaciones, dificultad respiratoria, o historia personal o familiar de paros cardiacos previos. Algunos síntomas son a menudo malinterpretados o infravalorados por la familia.

El electrocardiograma y la ecocardiografía juntos tienen una gran capacidad para detectar factores de riesgo de muerte súbita. Si ambas pruebas son normales, podemos estar bastante tranquilos aunque nunca al 100% porque algunas anomalías son indetectables, intermitentes o evolutivas a lo largo del tiempo. Se seguirían controles dependiendo de la edad, antecedentes familiares... En caso de encontrar alguna alteración, se solicitan pruebas más específicas, como la resonancia magnética cardiaca, el Holter o el estudio genético.

Siempre va a existir un porcentaje no desdeñable que no podremos detectar, por lo que sería recomendable estar entrenados en realizar una Reanimación Cardiopulmonar (RCP) Básica para intentar salvar aquellos casos de muerte súbita de los que somos testigos.