Cada 60 segundos mueren, en diferentes partes del mundo, tres niños por enfermedades que podían haberse prevenido con vacunas adecuadas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Evitar este mal es el objetivo primero de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (en inglés, Gavi - The Vaccine Alliance). El epidemiólogo Seth Berkley (Nueva York, 1956) es director ejecutivo de esta asociación de salud global público-privada, de la que es socia la Fundación Bancaria La Caixa.

-¿Por qué se creó Gavi?

-Fue en el 2000, al ser conscientes de que cada vez había más vacunas disponibles que nos permitían evitar muertes, pero que estas estaban disponibles solo en los países ricos, no en los pobres, donde eran aún más necesarias. Era un reto. Así, la OMS, Unicef, el Banco Mundial, el sector farmacéutico y otras compañías decidimos unirnos y crear esta alianza para asegurarnos de que las vacunas estarían disponibles también para los niños de países pobres. Desde entonces, hemos vacunado a unos 700 millones de niños más y hemos evitado más de 10 millones de muertes. Ahora mismo llegamos a un 60% de los niños de los países pobres a nivel mundial. También hemos logrado poner vacunas para dos de los cánceres más mortales del mundo -el hepático y el cervical o de cuello uterino-, para enfermedades que son las principales causas de muerte en el mundo -como la diarrea y la neumonía- y otras que se presentan en forma de brotes, como el ébola, la fiebre amarilla, la meningitis y el cólera.

-¿Cuáles son estos países pobres?

-Los de África, Asia, Latinoamérica y los de parte del este de Europa, como Georgia, Armenia, Kazajistán. El valor de corte que utilizamos son 1.580 dólares de Renta Nacional Bruta (RNB): si un país está por debajo de este valor, es elegible para ser atendido por la Alianza.

-¿Hay más desconfianza hacia las vacunas en los países ricos que en los pobres?

-Sí. Es así porque en Europa estas enfermedades se han olvidado. Desde el punto de vista médico ya hemos conquistado este triunfo, ya no existen esas enfermedades, la gente ya no enferma de estas cosas. Por ejemplo, mi esposa, que trabajaba en un hospital de Nueva York, nunca vio un caso de tétanos, de difteria, de sarampión... En cambio, en los países pobres estas enfermedades siguen matando a gente. Los padres saben que tienen que vacunar a sus hijos para evitar que caigan enfermos. Además, en Europa se añade el hecho de que existe cierta desinformación: es muy fácil extenderla, hacer que la gente dude de si las vacunas funcionan o no y que algunos padres opten por no vacunar a sus hijos. Como resultado de todo esto, actualmente hay casos de sarampión en 47 de los 53 países de la región de Europa de la OMS [los seis países en los que no hay rastro de sarampión son Andorra, Islandia, Mónaco, San Marino, Tayikistán y Turkmenistán. La OMS incluye como parte de su región europea países que están geográficamente en Asia Central, como estos dos últimos].

"En Europa estas enfermedades se han olvidado. Pero en los países pobres los padres saben que tienen que vacunar a sus hijos para que no mueran"

-¿Cuáles son las enfermedades que considerábamos erradicadas y que están volviendo a propagarse?

-Principalmente, el sarampión. Es una de las que pensábamos desaparecidas. Desde el 2000, hemos evitado 20 millones de muertes por sarampión en todo el mundo, pero podría volver. También hay brotes de tosferina, difteria y cada vez hay más personas que tienen miedo de vacunarse contra el virus del papiloma humano -que en realidad puede prevenir uno de los peores cánceres-. Si continúa esta falta de confianza, podríamos ver aparecer muchas otras que habíamos pensado erradicadas, como la polio. Antaño, la polio solía paralizar a unos 350.000 niños al año, pero el año pasado por ejemplo solo dejó inmovilizados a 33 en todo el mundo. Es evidente que, si bajamos la guardia, hay muchas enfermedades que pueden volver.

-¿Es por culpa de las dudas que genera la industria farmacéutica?

-En parte sí. Pero también diría que tiene que ver con una falta de confianza hacia los gobiernos, hacia la ciencia en general, hacia los hechos. Las 'fake news' se han diseminado tan globalmente, que han acrecentado esta desconfianza en los expertos y en el gobierno. Por ejemplo, un estudio señala que en España el 95% de las personas confían en lo que les dice su médico, pero solo 77% confía en lo que le dice el Gobierno. A la hora de buscar información, la gente confía más en el médico que en el Gobierno. Y esto es un gran problema, porque acceder a vacunar a tu hijo requiere una gran dosis de confianza.

-¿Cuáles son los peligros de esta desconfianza?

-La verdad es que cuando la desinformación campa a sus anchas de esta forma, la confianza realmente se mina. Por ejemplo, hace unos años, cuando se estaba intentando encontrar a Osama Bin Laden en Pakistán, la CIA hizo una campaña de vacunación falsa contra la hepatitis B para obtener ADN de los niños que vivían en el complejo donde se sospechaba que se ocultaba el líder de Al Qaeda. Cuando esto se descubrió, minó la confianza de la gente. Esto es lo peor que le puede pasar a la confianza, porque puede perderse muy rápidamente pero cuesta muchísimo volver a construirse. También internet facilita la diseminación de la desinformación y la pérdida de confianza en las autoridades.

"Es incorrecto incorporar en los debates periodísticos a personas no expertas, con un discurso antivacunas, para hacer ver que es equilibrado"

-¿Qué hacer en contra de esto?

-Pues básicamente ofrecer una comunicación honesta y que los países impliquen a la comunidad -médicos, líderes religiosos- para evitar la propagación de rumores. También la prensa juega un papel sumamente importante porque a veces, intentando dar un punto de vista "equilibrado", coloca en los debates a una persona que no es experta asegurando que las vacunas no son seguras, frente a toda la comunidad científica que asegura que sí. Es incorrecto tratar de presentar esto como un debate equilibrado. Sabemos que las vacunas son clarísimamente seguras porque hemos tratado ya a decenas de millones de personas, sabemos que tienen efectos secundarios y sabemos cuáles son.

-¿Cuántas personas han fallecido en el mundo por no vacunarse?

-Difícil respuesta. Sabemos que actualmente las vacunas evitan de dos a tres millones de muertes al año en el mundo. Sin embargo, hay 1,5 millones de personas que fallecen de enfermedades que serían prevenibles y que no se previnieron porque no hubo vacunación.

-¿Tendremos pronto una vacuna del sida?

-He trabajado mucho tiempo con la vacuna del sida. Hay dos que han llegado a la fase de eficacia. Creo que una es más interesante que la otra, pero en cualquier caso ninguna de las dos va a ser definitiva. También hay ensayos interesantes en torno a la tuberculosis y la malaria. En el futuro tendremos nuevas vacunas con las que trabajar.

-¿Y curaremos el ébola?

-Desde el 2004 existe una vacuna que protege al 100% de la infección; es decir, si tú te expones pero estás vacunado, estás protegido. No es así si ya tienes la enfermedad. No hay vacuna para curar el ébola -sino solo para prevenir-, pero sí hay fármacos que ayudan a tratarlo. El problema con estos fármacos es que no ha habido ocasión de realizar estudios empíricos debido a las insurgencias que hay en la República Democrática del Congo y a la inestabilidad de la zona. Pero sí, tenemos la vacuna que protege al 100% y ya se está aplicando. La Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización paga esta vacuna. Ha administrado ya 154.000 dosis en el brote actual y también está vacunando a los países circundantes por si la enfermedad se disemina -como ocurrió con el brote anterior-: Uganda, Sudán, Ruanda y, muy pronto, Burundi.